jueves, 27 de febrero de 2014

14. La industria en España

1. El proceso de industrialización y sus hitos más recientes

Primera etapa: los años centrales del siglo XIX

Paralelamente a los cambios agrarios iniciados en los años 30 fueron surgiendo las primeras industrias, que se dedicaron a la fabricación de tejidos y piezas de hierro. Barcelona se especializó en la actividad textil, con destino el mercado español y las colonias. En Málaga también apareció una industria textil, pero fue la siderurgia de esa ciudad y de Marbella la que se situó a la cabeza del país. La minería del hierro vizcaína estuvo al principio orientada a la exportación hacia Inglaterra. La del carbón se localizó principalmente en Asturias y en menor medida en Sevilla y Córdoba. Con el tiempo se fueron instalando empresas mineras británicas y francesas (cobre, en Huelva; plomo, en Linares).  

Como balance, se ha llegado a hablar del fracaso de la primera revolución industrial en la medida que no se alcanzó los niveles de los países europeos más avanzados.

Segundo impulso: desde finales del siglo XIX

En general se dio una mayor diversificación: la industria textil catalana se consolidó; la siderurgia acabó ubicándose en el norte, tanto en Asturias como, sobre todo, en Vizcaya; también en esta provincia se ubicó la industria naval; en la minería continuó la expansión del hierro (Vizcaya) y el carbón (Asturias), ganando importancia el plomo (Jaén-Linares, Almería y Córdoba-Peñarroya) y el cobre (Huelva-Río Tinto); aparecieron las industrias de productos químicos, el gas y la producción de electricidad.

La progresiva concentración de las empresas y una creciente importancia de la banca en el conjunto de la economía fue otro de los rasgos del periodo. De estos años data la aparición de bancos como el Vizcaya, el Español de Crédito o el Hispano Americano, que junto con el Bilbao concentraban al tercera parte del capital bancario.

La neutralidad durante la Primera Guerra Mundial permitió que la economía se orientara hacia el suministro de los países en guerra, de manera que la producción aumentó considerablemente en todos los sectores. Al término del conflicto se volvió a los niveles de 1914.

Los años 20 fueron de crecimiento, coincidiendo con una coyuntura internacional favorable. El sector primario se redujo al 46% de su población activa, mientras aumentaron el secundario (26%) y el terciario (28%). El aumento en el sector secundario estuvo vinculado a la construcción, las obras públicas, la minería (carbón, hierro, potasas, mercurio) y las ramas propias de la segunda revolución industrial (acero, electricidad, química, cemento, naval, etc.). La metalurgia (hierro, acero, cobre, plomo, aluminio, etc.) sobrepasó en importancia al textil.

El franquismo: entre la postguerra y el impulso de los años sesenta 

Se produjo un retroceso en la actividad industrial. El intervencionismo del estado se dio en todos los sectores y se creó una amalgama de empresas estatales (carbón, ferrocarril, petróleo, astilleros, etc.) administradas por el Instituto Nacional de Industria (INI). El resultado fue un estancamiento  de la producción, el déficit comercial, una enorme carencia de productos básicos y la extensión del mercado negro (estraperlo).

A finales de los 50 se dio un giro importante en la orientación de la política económica, que se basó en la Ley de Estabilización de 1959 y la apertura al exterior. Fueron llegando capitales extranjeros y divisas del turismo y la emigración. Mediante los planes de desarrollo se establecieron  polos de desarrollo y se impulsaron obras públicas (grandes embalses, autopistas). Se mantuvo el sector público, con una presencia importante en varias ramas (automóvil, carbón, siderurgia, astilleros, aeronáutica, etc.).

El crecimiento del sector secundario supuso que su población activa representara en 1970 el 37% y que su aportación a la renta nacional fuese del 38%. Destacaron las ramas del automóvil, construcción naval, química, siderurgia, etc. La construcción de viviendas estuvo  muy ligada al crecimiento de las ciudades y la urbanización de las costas por el turismo. La producción de energía eléctrica se basó en las centrales térmicas (carbón y petróleo), hidroeléctricas y, como novedad, las nucleares (Garoña, en Burgos, y Zorita, en Guadalajara).

Aparecieron nuevas zonas industriales  en Navarra, Valladolid, Burgos, Coruña, Vigo, etc. En Andalucía se concentraron en  capitales como Sevilla, Málaga, Huelva y Córdoba, las bahías de Cádiz y Algeciras y las tradicionales zonas mineras de Río Tinto, Línares-La Carolina, etc.

De la crisis económica de los 70 a la entrada en la CE

La crisis de 1973 afectó al crecimiento económico de los años anteriores. Desde 1975 se dejaron sentir el paro, la inflación y la vuelta de emigrantes del exterior, a lo que se unió el aumento del número de huelgas, en gran medida relacionadas con el descontento político.

Esta situación se mantuvo hasta mediados de los ochenta, con la entrada en la CE (1986). La política económica se integró en el nuevo marco de relaciones, quedando el sector industrial muy afectado. Sectores que antes habían tenido un peso importante, como la minería, la siderurgia o los astilleros, se vieron perjudicados y con ellos las regiones del norte y noroeste, y algunos enclaves costeros (Bahía de Cádiz, Sagunto…). Los otros sectores tuvieron que adaptarse a la nueva situación a través de la modernización técnica, nuevos sistemas de producción, una mayor especialización de la mano de obra, etc. 


2. Factores de la actividad industrial

Las materias primas y la obtención de energía son dos ingredientes fundamentales de la actividad industrial. Su obtención pertenece a los sectores primario y secundario: las del campo son de origen orgánico; las del subsuelo y los recursos energéticos pertenecen al sector secundario; los minerales, a su vez, pueden ser metálicos (hierro, aluminio, cobre) y no metálicos (potasas, nitratos, sulfatos).

La minería

En general ha sufrido una importante regresión en las dos últimas décadas en mano de obra y producción. Han aumentado, por el contrario, las importaciones. Las causas que han provocado la regresión son diversas: agotamiento de recursos, escasa rentabilidad, o fuerte impacto ambiental en su extracción y posterior tratamiento.

La más afectada ha sido la minería metálica (hierro, cobre, mercurio…) y el carbón. Donde se ha mantenido se han introducido técnicas más modernas. Han ganado importancia la minería no metálica (fosfatos, caolín, potasas…), orientada a la industria química, y la obtención de rocas industriales (calizas, arena, granito, mármol, pizarra…), muy relacionadas con la construcción.

La obtención de energía

La producción y consumo de energía secundaria (electricidad) ha conocido un importante crecimiento. Existe una fuerte dependencia exterior del petróleo y el gas (energía primaria). El potencial de las energías renovables es muy grande (solar, eólica…). Existe un predominio de las energías contaminantes y no renovables, tanto de origen fósil (carbón, petróleo y gas) como mineral (uranio). La mayor parte está orientada a la producción eléctrica. En las refinerías se obtienen los derivados del petróleo: combustibles (gasolina, gasóleo fuel, queroseno), polímeros (plásticos), lubricantes, asfalto…

Existe una fuerte concentración empresarial tanto en producción como distribución  que adquirido una fuerte presencia en el mercado internacional (s.t. petróleo)

Energías no renovables


Son altamente contaminantes (CO2, radiactividad). Aportan casi el 80% de la producción eléctrica. Existe una dependencia exterior en energía primaria y autoabastecimiento en energía secundaria (electricidad).

Carbón: localizada en Asturias, León y Palencia (hulla), Teruel (lignito); su producción ha descendido; se utiliza en las centrales térmicas, próximas a los centros de extracción.

Petróleo: procede del Golfo Pérsico, América Latina, Norte de África…; las refinerías se localización en zonas portuarias (Tarragona,  Cartagena, Almería-Escombreras, Campo de Gibraltar, Huelva La Coruña, Tenerife…), excepto en Ciudad Real (Puertollano); es la más utilizada como energía primaria (50%) y para producir electricidad (térmicas).

Gas natural: procede de Argelia; entra por Cádiz y Huelva, y se distribuye por gaseoductos; su consumo es creciente, destinado a uso doméstico y para obtener electricidad (térmicas).

Nuclear: aporta un 16% a la producción eléctrica; sus centrales se localizan en Burgos (Garoña), Guadalajara (Trillo), Tarragona (Ascó y Vandellós), Valencia (Cofrentes) y Cáceres (Almaraz); presenta graves riesgos de contaminación radiactiva (producción y almacenamiento).

Energías renovables

Generan un menor impacto ambiental, disponen de un gran potencial y globalmente están aumentando, aportando el 21,5% de la producción eléctrica.

Hidráulica: es la más tradicional; está perdiendo importancia relativa (8,5% producción eléctrica); se localiza s.t. en el norte (Cantábrica y Pirineos), y las cuencas del Duero, Tajo y Ebro; se reparte entre grandes embalses (grandes cuencas), que suelen presentar mayor impacto medioambiental, y minicentrales (áreas de montaña).

Eólica: cuarto país del mundo en potencia instalada; es la energía que más ha crecido en la última década y representa el 10,5% de producción eléctrica; se obtiene en parques eólicos (aerogeneradores); está localizada s.t. en Castilla y León, Castilla-La Mancha, Galicia, Andalucía, Aragón…

Solar: la producción está en aumento, representando el 2,5% de la eléctrica; se obtiene mediante dos sistemas: paneles (uso doméstico) y plantas fotovoltaicas; Andalucía es la primera comunidad en potencia instalada.

Otras: biomasa, mareomotriz, geotérmica...



3. Principales sectores industriales en la actualidad

La industria, tomada en sentido estricto, ocupa una diversidad de actividades, conocidas como ramas, que suelen clasificarse de las siguiente manera: industria base (siderurgia, metalurgia, química pesada y petroquímica), industria de bienes de equipo (maquinaria y materiales de construcción) e industria de bienes de consumo (textil, alimentación, electrónica, automoción, química ligera, farmacéutica, etc.). Las dos primeras conforman la llamada industria pesada y la tercera puede llamarse también industria ligera.

La importancia de cada una de estas ramas ha ido variando a lo largo del tiempo y en las dos últimas décadas se han visto afectadas por dos factores: la integración en la CE/UE y los cambios en los procesos de producción. Como consecuencia se han reducido su población activa y su aportación al PIB. Además, la deslocalización ha supuesto el cierre de empresas para su traslado a otros países con costes de producción más bajos (mano de obra, impuestos, etc.).  

Sectores en crecimiento

Se trata de ramas como la automoción, la petroquímica, la química pesada o la agroalimentaria. Sus rasgos principales son el gran dinamismo, la modernización en técnicas y sistemas  de trabajo, y la fuerte dependencia del exterior (en tecnología, capitales y materias primas).

Automoción: orientada al mercado interior y exterior; en manos de empresas foráneas; localizada en Barcelona, Madrid, Valencia, Navarra, Pontevedra, Valladolid…

Petroquímica: fuerte dependencia del exterior en las materias primas; destinada a la obtención de derivados del petróleo (combustibles, plásticos, alquitranes), que se obtienen en las refinerías; están situadas en zonas portuarias (Tarragona, Cartagena, Bahía de Algeciras, Huelva, Tenerife, La Coruña…), excepto en Puertollano (Ciudad Real).

Química pesada: destinada  a la transformación de minerales no metálicos para la obtención de fertilizantes, explosivos, pinturas, detergentes, etc.; se localiza en Huelva, Tarragona, País Vasco, Navarra, etc.

Agroalimentación: ha conocido un crecimiento muy rápido desde la entrada en la CE/UE; directamente relacionada con el sector primario; gran diversidad de productos (vinos, hortalizas, frutas, aceites, pescados y mariscos, embutidos, charcutería y carnes frescas, lácteos y derivados, etc.) y de formas de procesamiento (conservas, congelados, envasados, precocinados…); gran dispersión empresarial y territorial, con una tendencia a la concentración empresarial en su comercialización.

Sectores tradicionales en retroceso

Pertenecen sobre todo a la industria pesada (siderurgia, metalurgia,  construcción naval), que es altamente contaminante. También hay que incluir a varias ramas ligeras (textil, calzado, mueble, etc.). En su conjunto han sido  las principales perjudicadas de la reconversión industrial iniciada a finales de los 80. 

Siderurgia y metalurgia: localizadas en las costas cantábrica y mediterránea, han quedado reducidas a algunas plantas del País Vasco y Cantabria; en Andalucía, en la Bahía de Algeciras.

Construcción naval: extendida por las costas peninsulares e insulares, se ha reducido considerablemente su producción; en Andalucía se localiza  en Puerto Real, Huelva y Sevilla.

Textil y confección: situación ambivalente; la primera se ha visto muy afectada por la competencia de los mercados asiáticos: la segunda ha adquirido una gran importancia por su expansión internacional; localización en el área mediterránea (Barcelona y Valencia), con novedad en la confección gallega (ligada al norte de Portugal).

Sectores de alta tecnología

Se trata de las actividades que están haciendo uso de los últimos avances científicos y técnicos, y de ahí que también se use el término tecnologías o sectores punta. Están relacionados con la fabricación de materiales eléctricos, electrónicos e informáticos (telecomunicaciones, instrumentos de precisión, etc.). Ocupan un parte pequeña de la producción industrial, aunque están conociendo un gran crecimiento. En general existe una gran dependencia del exterior. Las administraciones públicas los están fomentando a través de los parques tecnológicos. Se localiza en Madrid, País Vasco, Barcelona y Valencia. En Andalucía se han instalado parques tecnológicos en Málaga y Sevilla.


4. Distribución geográfica de la industria en España.


La ubicación de las industrias está relacionada con varios factores: tradición, cercanía de los recursos naturales (materias primas y energía), situación estratégica (puertos) y población. Tras la entrada en la CE/UE y la reconversión consiguiente del sector ha surgido una nueva geografía de espacios y actividades:

Regiones dinámicas

Es el caso de Madrid, Cataluña, Levante, País Vasco, Navarra, Zaragoza, La Rioja… Concentran la mayor parte de la producción. Hay una mayor presencia del capital extranjero. Disponen de una mayor innovación organizativa y técnica.

Regiones en transformación
 
Es el caso de la cornisa Cantábrica y Galicia. Hasta los años 80 se basaban en la minería del carbón y el hierro, y las industrias siderúrgica, metalurgia, naval… Asturias se mantiene estancada. El resto ha renovado y modernizado su tejido industrial: en Galicia. Destaca la agroalimentaria, la textil y la automoción; en el País Vasco, los bienes de equipo, los bienes de consumo y la energía.

Regiones poco industrializadas

Tienen enclaves importantes, como es el caso de Valladolid, Burgos, Sevilla, Huelva, Bahía de Cádiz, Bahía de Algeciras, Málaga… Guadalajara y Toledo están dentro del área de influencia de Madrid. Hay una mayor presencia de la industria agroalimentaria. En algunas zonas existe una actividad  energética relevante: refinerías y térmicas (Huelva, Bahía de Algeciras), hidroelectricidad (Castilla y León)…