jueves, 26 de diciembre de 2013

8. Dinámica y estructura de la población española

1. La dinámica natural


Natalidad y fecundidad

El primero se refiere al número de nacimientos durante un año, mientras que el segundo sólo tiene en cuenta a las mujeres en edad de procrear (15 a 49 años). La natalidad ha ido bajando en el XX, consecuencia de la secularización de la sociedad, una mayor dedicación a los hijos e hijas, y la mayor incorporación de la mujer al trabajo extradoméstico. Durante el franquismo, hasta principios de los 70, se dieron tasas elevadas de natalidad y fecundidad. El nacional-catolicismo fomentó medidas natalistas y la vuelta de la mujer al hogar.

En los 70 aparecieron los factores de planificación familiar y control de la natalidad, bajando la natalidad (10%en los 90) y la fecundidad. En el siglo actual se ha dado un pequeño repunte de la natalidad (12%o), por la aportación de la población inmigrante (proceden de países con una mentalidad tradicional, tienen una edad adulta joven…). El número de hijos e hijas por mujer ha ido descendiendo a lo largo del XX, siendo mayor durante el último cuarto: en 1975 era de 2,8; en 1998, de 1,2; y en 2006, de 1,4.

Las tasas más elevadas de natalidad se encuentran en las provincias meridionales de Andalucía, Murcia y Canarias. Entre los factores que lo explican están la tradición natalista, el mayor porcentaje de edades jóvenes y la inmigración. Madrid y las provincias mediterráneas se han visto afectadas por la inmigración.

Las tasas más bajas se dan en la mitad norte y s.t. en el ángulo noroeste. En este caso tienen una menor tradición natalista, un menor porcentaje de edades jóvenes, una menor presencia de la inmigración y un mayor nivel de estudios.

Mortalidad

A lo largo del XX ha seguido descendiendo por las mejoras higiénicas y sanitarias, s.t. desde los años 60. La epidemia de gripe de 1918 y s.t. la guerra civil (1936-39) fueron coyunturas negativas. En los años 60 la tasa llegó al 10%o, estando en la actualidad en torno al 8%o, una de las más bajas del mundo. El descenso de la mortalidad infantil ha ido paralelo, cuya tasa actual (3,4%o), es también una de las más bajas del mundo.

Las comunidades con las tasas más altas son las de la mitad norte y Extremadura, coincidiendo con las de mayor grado de envejecimiento y menor de natalidad. Por el contrario, las comunidades con tasas más bajas son las meridionales y Madrid, relacionadas en este caso con el menor envejecimiento y una natalidad más alta.

Nupcialidad

El estado civil de las personas tiene una variedad de formas: soltería, matrimonio, viudez, divorcio, separación, unión de hecho… La nupcialidad está relacionada con los matrimonios y es una variable que actualmente ha cambiado, teniendo  en cuenta la idea de relación de las parejas y los modelos de familia. En las últimas décadas la nupcialidad ha ido descendiendo. En cuanto a la maternidad, la edad media del primer hijo o hija ha tendido a elevarse con los años, estando hoy próxima a los 32 años.

Crecimiento natural

Las provincias con población más joven son las que tienen mayor crecimiento natural: Madrid, Andalucía (s.t. en las provincias costeras), arco mediterráneo (s.t. Murcia) y Canarias. Las más envejecidas tienen un crecimiento natural negativo y se sitúan en el noroeste (Galicia, Asturias y Castilla y León).

Esperanza de vida

Ha ido aumentando progresivamente a lo largo del XX: 40 años, en 1900; 69, en 1960; y 82, en la actualidad, entre las más altas del mundo. Ha resultado decisivo el descenso de la mortalidad y s.t. la infantil. Junto a las medidas higiénicas y sanitarias, la dieta alimenticia mediterránea también ha contribuido.

Por sexos es mayor en las mujeres (85 años) que en los varones (79), relacionado con varios factores: las mujeres disponen de un organismo más protegido en algunas enfermedades durante la edad fértil, a la vez que sus hábitos de vida son menos agresivos; los varones se ven más afectados por una mayor mortalidad infantil, unos hábitos de vida más agresivos en la edad adulta y en algunos ámbitos por una mayor mortalidad por razones laborales.
 
Las diferencias entre provincias y comunidades son escasas. Por encima de la media se encuentran Madrid, las dos Castillas, Aragón, Cataluña y Baleares. Los niveles más bajos se dan en los varones de Ceuta, Melilla, Asturias y Andalucía, y los más altos, en las mujeres de Madrid, Navarra, Castilla y León y País Vasco.


2. Los movimientos migratorios


España ha sido un territorio de una larga tradición migratoria desde que se inició en el siglo XVI la conquista y colonización de América.

De finales del XIX a mediados del XX

Durante el XIX se paralizó el proceso migratorio exterior (pérdida de la mayor parte del imperio colonial). A mediados se inició un éxodo rural interior con destino a las zonas industriales (Cataluña, País Vasco…) y capitales de provincia. A principios del XX continuó el éxodo rural interior, a la vez que se inició un nuevo impulso hacia el exterior: al norte de África, desde el Levante; a América (Argentina, Uruguay, Cuba…), desde Galicia, Castilla y León y Andalucía; e incluso hacia Francia.

La Guerra Civil ocasionó el exilio político de población del bando republicano, afectando a no menos de 200.000 personas. El destino principal fue Francia (150.000), y en menor medida América y otros países europeos.

De finales de los 50 a mediados de los 70

En los años 50 se inició un ciclo de fuerte crecimiento económico internacional. En España se inició a finales de la década, suponiendo el tránsito rápido hacia una sociedad urbana e industrial y ocasionando un intenso flujo migratorio, s.t. desde el medio rural y dirigido tanto a otras áreas del interior como al exterior. Aunque los datos que se tienen resultan incompletos, fueron varios millones las  personas que emigraron, de las cuales al menos dos lo hicieron hacia el exterior.

Las provincias más afectadas por la emigración fueron las que tenían mayor presencia del sector agrario (Andalucía, Extremadura, las dos Castillas, Aragón, Galicia…), que tendieron en algunos casos a despoblarse (las dos Castillas, Aragón). Se trataba de mano de obra barata que acabó trabajando en empleos poco cualificados de la industria, la construcción o los servicios.

En el interior se dirigieron a las zonas industriales (Cataluña, Madrid, País Vasco, Navarra…), las turísticas (s.t. costa mediterránea y archipiélagos) y las capitales. El crecimiento urbano resultó espectacular, dando lugar a barrios con graves carencias urbanísticas y en ocasiones a zonas muy degradadas (chabolismo).

En la emigración  exterior se produjo un cambio en el destino, perdiendo importancia América y ganándola considerablemente Europa Occidental, s.t. Alemania, Francia y Suiza.

Andalucía conoció un fuerte flujo migratorio tanto externo como interno. Hacia fuera se dirigió preferentemente a Cataluña y los países europeos, afectando a unos dos millones de personas. Dentro de Andalucía se produjo un desplazamiento hacia las áreas industriales (Bahía de Cádiz, Bahía de Algeciras, Sevilla, Huelva…), las costeras (Costa del Sol) y las capitales de provincia.

De mediados de los setenta hasta los noventa

La crisis de 1973 frenó el flujo migratorio y provocó incluso el regreso paulatino de emigrantes a sus lugares de origen. Esto último afectó más a la emigración exterior.

En los 80 se inició una nueva tendencia migratoria interna, con destino a las áreas urbanas y en mayor medida las costeras, y de carácter interclasista. Ha dado lugar a la creación de grandes áreas metropolitanas que abarcan capitales de provincia y los municipios circundantes. En este caso la mano obra está ocupada s.t. en los servicios y la construcción, perdiendo importancia la industria.  

Los últimos años

Entre mediados de los 90 y mediados del XXI España se ha convertido en un país con predominio la inmigración. El resultado ha sido un importante crecimiento de la población, que ha superado la barrera de los 40 millones y alcanzando ya los 47. Las provincias más afectadas son las costeras mediterráneas y Madrid.

La procedencia es variada, pudiendo distinguirse dos ámbitos. Uno es el de los países de menor nivel de desarrollo económico, como los latinoamericanos (40%), norteafricanos (17%) o europeos del este (17%). Se trata de población joven, en busca de un empleo para mejorar sus condiciones de vida y ocupada en actividades poco cualificadas de los servicios, la construcción y la agricultura. Por sus características ha aportado el aumento habido en la natalidad.

Distinto es el caso de la población  procedente de los países europeos occidentales (24%). Se trata de gente de edades más altas, con mayor cualificación profesional y presencia importante de jubilada.

No podemos olvidar tampoco la población española emigrante, que, a diferencia de otras épocas, la forman personas con una mayor formación profesional y que trabajan en las empresas españolas en el exterior, en la administración comunitaria, etc. Los principales destinos son América Latina, Europa y América del Norte. Con la crisis está aumentando este fenómeno. 



3. Estructura y composición de la población

Según el sexo

Como en otras poblaciones, en España hay más nacimientos de niños que de niñas, a la vez que la mortalidad infantil afecta más a los niños. Hasta las edades adultas hay un equilibro entre los dos sexos y desde los 50 años empieza a haber claramente  más mujeres. De esto se deriva que tengan una mayor esperanza de vida y que el índice de masculinidad (sex ratio) sea menor en los varones (96%).

Según la edad

El grupo de población joven (hasta 15 años) ha conocido un fuerte descenso en las últimas décadas, pasando del 35% en 1900 al 14% de la actualidad. El grupo adulto (16 a 64 años), por su parte, ha ido subiendo, representando en la actualidad el 69%. El grupo de población vieja (65 y más años) ha aumentado considerablemente, pasando del 5% en 1900 al 17% de la actualidad. 

Según la actividad económica

La población activa incluye a las personas que están en disposición de trabajar. Potencialmente está entre las personas comprendidas entre 16 (edad legal de trabajar) y 65 años (edad de jubilación). La tasa de población activa se refiere a la relación entre población activa y población total, siendo en la actualidad de un 55%.

Su composición por sectores ha evolucionado en el XX: a principios el sector primario era mayoritario (50%); en los 60 se redujo considerablemente, a la vez que aumentaron el secundario (30%) y el terciario (50%); en la actualidad su reparto es: primario, 5%; secundario, 28%; terciario, 67%.

La tasa de actividad relaciona la población activa y la que está en edad legal de trabajar. Hay escasas variaciones territoriales, lo que no ocurre entre los sexos. En los varones la tasa se encuentra en torno al 70%, dentro de la media europea. En las mujeres, sobre el 50%, siendo una de las más bajas y similar a los países mediterráneos. En las mujeres jóvenes es más alta, descendiendo según se avanza en edad.

Según el nivel sociocultural

La escolarización entre 3 y 16 años es total. Entre los 16 y los 30 años las mujeres tienen mayores niveles de escolarización y de éxito escolar, mientras que los varones tienen niveles de escolarización más bajas, y mayores de abandono y fracaso escolar.

El nivel de estudios varía por edades: según se aumenta, va bajando; y en general está por debajo de los parámetros europeos. El analfabetismo se da entre la gente de más edad. Aunque es muy bajo, es mayor en las provincias del sur.



4. Los problemas demográficos

El tratamiento y valoración de este aspecto resulta controvertido, porque tiene un enorme componente ideológico.

Envejecimiento de la población. Suele ser el primero de los problemas en destacarse y supone, de entrada, un aumento de los gastos sanitarios, en jubilaciones y pensiones, y en ayudas a la dependencia. Actualmente de están introduciendo medidas de corte neoliberal, como el recorte del gasto público, el copago sanitario y farmacéutico, la prolongación de la edad de jubilación o el aumento del periodos de cotización a la seguridad social. No se han explorado, sin embargo, otras medidas como el combate del fraude fiscal o una mayor progresividad. No debemos perder tampoco la perspectiva de que el envejecimiento en sí es un síntoma de bienestar social y no problema.

Natalidad. Resulta evidente el progresivo descenso de la tasa sintética de fecundidad y el retraso en la edad de tener el primer hijo o hija, estando por debajo de la tasa de reemplazo generacional (2,1). Tiene que ver con factores, como una mejora en la crianza e hijos e hijas, una mayor dedicación en la formación y carrera profesional de las mujeres, la planificación familiar… En los años anteriores el déficit de natalidad se ha visto compensado con el pequeño repunte entre la población inmigrante.

Migraciones. Han tenido siempre un componente ambivalente: de un lado alivian el paro en las zonas de origen y posibilitan mano de obra en las receptoras; de otro dan lugar a la despoblación en las primeras y suelen provocar sobrepoblación y degradación urbana y de servicios en las segundas. Con el actual aumento del paro se ha visto más perjudicada la inmigración exterior, que incluso tiende a regresar a su país de origen. Junto a ello ha aumentado la emigración exterior, que afecta a estratos más jóvenes y de cualificación medio-alta  y alta, con frecuencia con destino a trabajos por debajo de su cualificación.

Población activa. España se encuentra en general en los parámetros de los países europeos entre los varones, no así en las mujeres, que están por debajo, s.t. entre las de edades adultas. En los últimos años ha aumentado la población desocupada, que afecta más a las edades más jóvenes (+50% de desempleo), las mujeres y los sectores con menor capacitación socioprofesional. Está aumentando, además, la mano de obra más cualificada que está empleada en actividades por debajo de su nivel.




7. Evolución y distribución geográfica de la población española


1. Los efectivos demográficos y su evolución

La población hasta el siglo XVIII

Hasta el XVIII la evolución de la población estuvo dentro de los parámetros del régimen demográfico antiguo: mortalidad y natalidad elevadas (superior al 40%o); elevada mortalidad catastrófica (enfermedades, guerras, hambrunas…) y s.t. infantil; y crecimiento lento, con ciclos cortos de subidas y bajadas.

Desde finales de la Edad Media la tendencia general fue de crecimiento: a lo largo del XVI pasó de 7,4 a 8,5 millones de habitantes; el XVII fue regresivo, perdiendo en torno a un millón de habitantes por la crisis económica, la emigración a América y la expulsión de la población morisca.

Las estimaciones del total de población son aproximativas, con más fiabilidad desde el s. XVI, cuando empezaron a elaborarse los primeros censos, que tenían fines fiscales y de reclutamiento.

La población durante los siglos XVIII y XIX

El XVIII y el inicio de la transición demográfica

Fue un siglo de crecimiento: a finales superó los 10 millones de habitantes. Estuvo relacionado con la recuperación económica y una mayor estabilidad política. Coincidió con el inicio en Europa Occidental del régimen demográfico de transición: descenso importante de la mortalidad, debido a las mejoras agrarias y el consiguiente descenso de epidemias y mortalidad infantil; natalidad todavía elevada; fuerte crecimiento natural. En España hubo cierto retraso en esta evolución en relación a países del norte europeo: bajó menos la mortalidad y, por consiguiente, hubo un menor crecimiento natural.

Las estimaciones de población, siendo limitadas, son más fiables, destacando el Catastro de Ensenada (1749) y los censos de Aranda, Floridablanca y Godoy.

El XIX: la transición demográfica plena

La población creció a lo largo del siglo en un 80%, pasando de 10,5 millones a 18,5. La mortalidad siguió descendiendo, pese a la existencia de guerras (Independencia, coloniales…), crisis agrarias y epidemias periódicas. La natalidad se mantuvo elevada, lo que hizo que el crecimiento natural fuese más elevado. Las causas que contribuyeron a dicho crecimiento fueron las mejoras agrarias y la extensión de superficie cultivada que se dio desde los años 30 como consecuencia de la abolición del régimen señorial y las desamortizaciones.

Las estimaciones de población de este periodo son más fiables, destacando la elaboración de censos por parte del estado, siendo el primero el de 1857. Por eso empieza a hablarse de la fase estadística.

El siglo XX: hacia el régimen demográfico moderno

La población se duplicó, pasando de 19 a 40 millones, siendo los años 50, 60 y mediados de los 70 los de mayor crecimiento. En el periodo siguiente el ritmo disminuyó, de manera que a lo largo de los 90 la población se mantuvo estancada en torno a 39 millones.

La principal novedad fue el progresivo descenso de la natalidad. Esto se debió a una mayor secularización de la sociedad, preocupación por la crianza de hijos e hijas, e incorporación de la mujer al trabajo extradoméstico. No obstante, la guerra civil (1936-39) ocasionó un déficit específico de natalidad y entre los 50 y mediados de los 70 (nacional-catolicismo) se dieron índices elevados de natalidad y fecundidad (baby boom). Durante la Transición se dio un descenso acusado de la fecundidad y la natalidad (ésta, en torno al 10%o, mantenida hasta finales de siglo) a lo que no fue ajeno que se añadieran factores como la planificación miliar y el control de natalidad (generalización de los métodos anticonceptivos).

La mortalidad siguió descendiendo, con los  años de la guerra civil como excepción. En los años 60 se alcanzó la tasa del 10%o, estando en la actualidad en torno al 8%o. Entre las causas se encuentran las mejoras higiénicas y sanitarias. Éstas se generalizaron desde los 60 con las vacunas y una mejor atención médica.

A lo largo del siglo se fueron realizando cada diez años censos de población (hasta 1981, en los años acabados en 0). Junto con los padrones municipales, renovados cada cinco años, los datos de población resultan altamente fiables.

Los últimos años (siglo XXI)

Desde finales del s. XX el factor de la inmigración ha condicionado la evolución de la población, de manera que del estancamiento en torno a 39 millones se pasó a una fase de crecimiento de población. Actualmente se han superado los 47 millones de habitantes. La presencia de población inmigrante ha dado lugar a un relevante aporte de natalidad, aumentando el índice al 12%o. La mortalidad se sigue manteniendo por debajo del 10%o


2. La densidad y la distribución espacial

Siglos XVI-XVIII

Entre los s. XVI y XVIII las zonas del interior estaban más pobladas en términos absolutos y relativos. La corona de Castilla tenía más población absoluta y densidad que la de Aragón (Cataluña, Aragón, Valencia y Mallorca). En el XVIII se inició una inversión en la distribución de la población, pasando las áreas periféricas a tener más población absoluta y densidad.

Siglos XIX y XX

Durante el XIX siguió ese proceso, coincidiendo con la industrialización iniciada a mediados de siglo. El éxodo rural se convirtió en una nueva realidad, disminuyendo la población agraria en favor de la urbana, que se concentró en las capitales de provincia y las áreas industriales. Madrid y Barcelona destacaron como las provincias y ciudades más pobladas.

Durante el XX se consolidó ese proceso, que desde los años sesenta se intensificó: nuevo impulso industrializador; proceso migratorio, s.t. desde las áreas rurales y las provincias agrarias (del interior, Andalucía, Galicia…) y el consiguiente proceso de urbanización; y desarrollo del turismo.

Las áreas interiores, excepto Madrid, y las rurales perdieron mucha población. En algunas regiones, como las dos Castillas, Aragón y Extremadura, hubo zonas que sufrieron un fuerte despoblamiento.

Actualidad



El resultado ha sido la conformación de un mapa que refleja los siguientes rasgos centro muy poblado, en torno a Madrid y algunas áreas de Guadalajara y Toledo; un anillo circundante de escasa población, con algunos núcleos más poblados (Valladolid, Zaragoza…); una periferia muy poblada, mayor en las áreas costeras.

Las comunidades con más población absoluta son Andalucía (8’5 millones), Cataluña (7,5), Madrid (6,5) y Valencia (5,5). Por provincias, Madrid, Barcelona, Valencia, Alicante, Sevilla y Málaga.

En términos relativos destacan el País Vasco (300 h/km2), Canarias (285), Cataluña (235), Madrid (235), Baleares (223) y Valencia (220), además de los casos especiales de Melilla y Ceuta. Por provincias están Vizcaya, Guipúzcoa, Barcelona, Valencia, Alicante, Baleares, Málaga, Canarias, Pontevedra y Madrid.

De una forma más detallada, las áreas urbanas alcanzan una elevada densidad de población (por encima de 1000 h/km2), siendo además mayor en determinadas capitales y áreas costeras.

Andalucía



Es la comunidad más poblada en términos absolutos, aunque su densidad (96) coincide con la media del estado (94). Las provincias más pobladas son Sevilla, Málaga y Cádiz, que superan el millón de habitantes y se encuentran entre las ocho primeras del estado.


Málaga (223) es la provincia con mayor densidad, estando entre las primeras del estado; es seguida por Cádiz (167) y Sevilla (127).

Las áreas con mayor población absoluta y relativa se concentran en dos ejes: el costero y el del valle del Guadalquivir-Genil. Destacan las áreas metropolitanas de Málaga y la Costa del Sol, Sevilla, Bahía de Cádiz, Granada y Bahía de Algeciras. Menor importancia tienen las áreas metropolitanas de Córdoba, Huelva, Jaén y Almería.



3. Los factores explicativos de la densidad y la distribución

Geográficos físicos. Los climas extremos y las zonas con mayor altitud dificultan la ocupación de espacios, al limitar la actividad económica y las comunicaciones. Pero no es siempre un factor decisivo: la Meseta estuvo más poblada hasta el siglo XVIII y en la actualidad varias provincias costeras del norte mantienen una densidad elevada.

Demográficos. Las zonas del interior (Meseta y valle Ebro, excepto Madrid) tienen un crecimiento de población más bajo y una estructura más envejecida, lo contrario que las costeras y Madrid. El factor migratorio ha intensificado esa tendencia, siendo mayor en el arco mediterráneo y Madrid.

Socioeconómicos. Desde el siglo XIX ha sido significativo el trasvase desde las zonas rurales hacia las urbanas. Durante la última quincena la inmigración, tanto interior como exterior, se ha dirigido principalmente a las áreas costeras mediterráneas y Madrid. Hay una mayor preferencia por las urbanas en relación a la construcción y los  servicios. En el sureste la inmigración exterior se ha orientado en mayor medida hacia las áreas rurales (agricultura).

Orientaciones para realizar el trabajo sobre el agua

Guión

*El agua: qué es, para qué sirve…
*¿Hay suficientes recursos en España?
*¿Se abusa en su consumo en España?
*El trasvase del Ebro: ¿quiénes están a favor y por qué?; ¿quiénes están en contra y por qué?
*Conclusión: ¿es el agua un problema?


Algunas recomendaciones

*Presentar el trabajo en forma de diapositivas.
*Procurar lo sintético y evitar que sea farragoso.
*Introducir imágenes (fotografías, mapas, gráficas…)
*Hay que ser originales, evitando copiar.
*No se os olvide poner un título, el nombre de quien/es lo ha/n hecho y la fecha (año, curso…)


Sobre la documentación

*Al final del trabajo hay que hacer una relación de la documentación utilizada.
*Si se copia algo literalmente, hay que entrecomillarlo y se escribe entre paréntesis el primer apellido del/a autor/a y el año de edición.


Cómo se cita una obra

*Si es un libro:
APELLIDO, Nombre (año de edición). Título. Lugar de edición.

*Si es un artículo de un libro:
APELLIDO, Nombre (año de edición). “Título”, en Obra. Lugar de edición.

*Si es un artículo de una revista o periódico:
APELLIDO, Nombre (año de edición). “Título”, en Revista o Periódico, n. [número, si tiene], día/mes [si tiene]. Lugar de edición.

*Si se ha obtenido directamente de internet, se aplica lo anterior, pero se añade el url:
APELLIDO, Nombre (año de edición). Título [si es libro] / “Título” [si es artículo], en Obra, Revista o Página web. Lugar de edición. En www.iestrafalgar.com/geografia/trabajos [es sólo un ejemplo] (fecha de consulta). 

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Comentario de mapa del tiempo

26 de noviembre de 2013 (El País)

viernes, 15 de noviembre de 2013

6. Las regiones biogeográficas de España

1. Factores de la diversidad biogeográfica

Clima

Es el factor más importante, con diferencias claras  entre los dominios atlántico y mediterráneo: húmedo y de menores contrastes estacionales el primero; seco, con mayores contrastes estacionales, de mayor variedad y más extendido, el segundo. A ello hay que añadir los otros dos tipos climáticos: el de alta montaña y el tropical seco.

Relieve.

Actúa en una doble dirección según la altitud y la orientación. La altitud da lugar al escalonamiento de la vegetación, atendiendo a un esquema parecido de pisos o niveles, con ligeras variaciones: basal, montano o subalpino, alpino, de praderas y herbazales, y nival.

La orientación, a su vez, actúa en dos direcciones. En relación al sol, determina la solana (cara expuesta al sol), que es más seca; y la umbría (cara orientada al norte), que es más húmeda y tiene más vegetación. Y en relación al viento, el barlovento (más húmedo) y el sotavento (más seco).

Suelos

Es el manto superficial de la corteza terrestre, formado por la descomposición de la roca madre y el aporte de la  materia orgánica. Las especies vegetales se adaptan con frecuencia a los suelos según su composición (por ejemplo, el alcornoque se adapta mejor a los suelos silíceos, mientras que el haya lo hace mejor con los calizos).   

La acción antrópica

La necesidad de obtener recursos ha influido de una manera importante sobre el medio natural. Ha ido evolucionando en el tiempo, aunque en los dos últimos siglos ha sufrido importantes cambios. La agricultura, la ganadería, la actividad forestal o la minería han provocado la deforestación de amplios espacios con una intensidad variable. La pérdida de la masa vegetal está llevando con frecuencia a la desertificación. En ocasiones la acción humana ha supuesto también la protección y la reforestación de espacios naturales. En España actualmente los espacios de bosque ocupan el 33% del territorio.


2. Características de las regiones biogeográficas



España dispone de una gran variedad de especies vegetales y paisajes naturales, consecuencia de los factores antes formaciones vegetales. Se pueden distinguir tres regiones biogeográficas.

Región eurosiberiana

Ocupa el norte de España, desde el Macizo Galaico hasta los Pirineos, y los sistemas Central e Ibérico. Coincide con las zonas de climas húmedos: oceánico y de montaña. Su vegetación es exuberante, con bosques caducifolios y de coníferas, que están sufriendo un proceso de degradación en forma de matorrales (landas) y prados. Se pueden distinguir dentro de esta región dos provincias: la atlántica y la submediterránea.

Provincia atlántica. Ocupa la mayor parte. Sus especies dominantes son el roble carballo (Macizo Galaico y Cantábrica), el roble rebollo (Sistema Central, Pirineos), el haya (por encima de 800 m. y con preferencia en los suelos calizos) y coníferas como el abeto o el pino negral (por encima de 1000 m.). Ha conocido la repoblación de especies como el castaño, otras variedades de pinos y el eucalipto. El matorral, del tipo de las landas, lo forman especies como el brezo, la retama, el tejo y el endrino; se alterna con prados. Tiene un mayor aprovechamiento forestal y ganadero que agrícola.

Provincia submediterránea. Está situada en las vertientes orientadas al sur (solanas) del Sistema Ibérico y los Pirineos, a resguardo de los vientos del norte. Hay una alternancia entre la vegetación atlántica, con el roble rebollo y el pino silvestre, y la mediterránea, con  el quejigo y la sabina.   

Región mediterránea

Ocupa la mayor parte de la Península y las islas Baleares. Coincide con las zonas de clima mediterráneo y sus variedades. Se trata de una vegetación resistente a la sequía veraniega, de ahí que predominen las especies perennifolias (las más extendidas; árboles de crecimiento lento) y xerófilas (en las zonas más árida o subdesérticas)

Las especies dominantes son: la encina (la más extendida); el alcornoque (cuadrante suroeste), el pino carrasco (este y sur); la sabina (Subbética). Una especie endémica es el pinsapo, una conífera aclimatada a la humedad abundante de la Sierra de Grazalema (Cádiz) y la Sierra de las Nieves (Málaga). Entre las especies de repoblación destacan el pino carrasco, el pino piñonero (muy extendido por el litoral suratlántico).

Ha sufrido una fuerte degradación, dando lugar a paisajes mixtos (dehesas), cultivos arbóreos (olivares) y un sotobosque variado de arbustos y plantas aromáticas que conforman la maquia (suelos silíceos), la garriga (suelos calizos) y la estepa (zonas más áridas). Es la parte que más se ha visto afectada por la acción humana, en mayor medida por la actividad agrícola (cereales, olivar, viñedo, etc.) y la ganadería extensiva.

Región macaronésica

Está formada por las islas atlánticas que se formaron durante la Terciaria por las erupciones volcánicas habidas en la dorsal oceánica, entre las que se encuentra el archipiélago de las Canarias. Los principales factores que actúan sobre la vegetación son el clima, en su variedad tropical seca, y el relieve montañoso.

El relieve actúa en altura, disponiendo la vegetación de una forma escalonada; y en la orientación de las vertientes, de manera que la norte es más húmeda debido sobre todo a los vientos alisios, que entre los 500 y los 1.500 m. dan lugar a la formación del llamado “mar de nubes”.

El resultado es un elevado número de endemismos: cardón y tabaiba (matorral), drago y pino canario (árboles), laurisilva (bosque), etc. 


3. Formaciones vegetales de la España peninsular e insular



















Bosque caducifolio

También llamado bosque de frondosas. Se corresponde con las zonas que tienen los climas más húmedos (oceánico y de montaña), por lo que se localiza en el norte de la Península (desde el Macizo Galaico hasta los Pirineos) y sistemas montañosos del interior.

Las especies dominantes son el roble carballo, el roble rebollo y el haya. El carballo es propio del Macizo Galaico y la Cantábrica. El haya está asociado al anterior, pero aparece por encima de 800 m. por su mayor resistencia al frío; tiene, además, preferencia por los suelos calizos. El rebollo es propio de los sistemas montañosos del interior (Central, Ibérico).

Entre las especies de repoblación destacan el castaño y el eucalipto. El primero tiene una tradición de siglos, debido a su aprovechamiento para la artesanía y la alimentación humana. El segundo se ha introducido hace un siglo con fines madereros, aunque empobrece los suelos y reduce la biodiversidad.

El sotobosque recibe el nombre de landa y está formado por plantas como el brezo, la retama, el tejo, el endrino, etc. Suele estar asociado a la pradera, de uso tradicional en la ganadería. La degradación del bosque ha extendido el matorral y ha dado lugar a los prados.

Bosque esclerófilo y vegetación mediterránea

Formado por árboles de hoja perenne y dura. Se corresponde con las zonas de clima mediterráneo, cuya característica principal es la sequía veraniega.

Las especies arbóreas dominantes son la encina y el alcornoque. La encina es su especie más representativa y la más extendida por la Península. Es muy resistente a los inviernos largos y fríos, y se adapta a todo tipo de suelos. Su presencia en forma de bosque ha disminuido de una forma importante, dando paso en algunas zonas a la dehesa, donde se alterna con pastizales y cultivos; ésta se da sobre todo en la penillanura del oeste de la Meseta. Su aprovechamiento principal se ha basado en la obtención de leña y el uso de su fruto, la bellota, para alimento del ganado porcino.

El alcornoque se localiza en el cuadrante suroeste peninsular. Necesita más humedad e inviernos más suaves, y se adapta a los suelos silíceos. Su aprovechamiento es tanto forestal, destacando la obtención del corcho, como ganadero, asociándose a veces al paisaje de dehesa. En el Parque de los Alcornocales en Cádiz se encuentra el mayor espacio protegido de esta especie.

El bosque mediterráneo ha sufrido un fuerte proceso de modificación y degradación, derivado principalmente de la expansión de cultivos de cereales, vid y olivo. En algunas zonas se mantienen todavía especies arbóreas, como en las dehesas y en las zonas de olivar.

El matorral ha aumentado por el proceso de deforestación, pudiéndose distinguir tres formas: la maquia, propia de los suelos silíceos, con arbustos como el acebuche, el madroño, la jara o el lentisco, y plantas olorosas como el cantueso/lavanda, el tomillo o el romero; la garriga, propia de suelos calizos, con plantas como el romero o el espliego; la estepa, de vegetación muy escasa por estar en las zonas más áridas y con plantas xerófilas (chumbera), esparto, palmitos y plantas olorosas (tomillo, romero).

Bosque de coníferas

Formado por una familia de gran variedad de especies perennifolias: abeto, abeto, pinsapo, cedro, sabinas, pino carrasco, pino negral, pino resinero, pino piñonero, etc. Se adaptan a ecosistemas diferentes, dependiendo de factores como la temperatura, la humedad o los suelos. 

Algunas especies soportan mejor las temperaturas bajas, como ocurre con el abeto, el pino negral, el albar o el resinero, por lo que se localizan preferentemente en los sistemas montañosos del norte y centro. Su aprovechamiento principal es el maderero.

Otras especies se adaptan a la sequía veraniega. El pino carrasco tiene  preferencia por los suelos calizos; se adapta muy bien a las zonas áridas; está muy extendido por el este y sur; y ha sido objeto de repoblación en algunas zonas. El pino piñonero se conserva en algunas áreas de la Meseta, donde resiste bien los inviernos fríos; en el litoral sur mediterráneo y atlántico ha sido objeto de repoblación para formar una barrera natural de protección de los campos de labor frente a las arenas; en general se aprovecha para la obtención del piñón.

El pinsapo es una especie endémica y relicta, localizada entre las provincias de Cádiz y Málaga, en las sierras de Grazalema y de las Nieves. Las condiciones naturales donde se ubica derivan sobre todo de la elevada pluviosidad.

Bosque de ribera

También se denomina bosque galería, es propio de las orillas de los ríos. La humedad del suelo da lugar a una vegetación frondosa y caducifolia, como alisos, sauces, olmos, fresnos, chopos, álamos… En las zonas más elevadas pueden aparecer robles (rebollos, quejigos), avellanos, tilos, abedules… Está dispuesto en franjas paralelas al río: alisos y sauces se sitúan en las zonas más próximas a la orilla.


Ha sido alterado por la acción humana para uso forestal y recreativo. La degradación o falta de agua puede dar lugar a la aparición de plantas arbustivas, como la adelfa, el carrizo (caña)…

En el parque de los Alcornocales de Cádiz se da el bosque singular conocido como canuto, con la presencia de laurisilva, formada por una gran variedad de especies, siendo algunas endémicas: algunos tipos de laurel y helecho, y el rododendro. En los niveles superiores se sitúan quejigos y alcornoques.

Vegetación de montaña

Está condicionada por varios factores. La altitud condiciona la resistencia a temperaturas bajas: desde 1600 tienden a desaparecer los árboles, sustituidos por matorrales; desde 3000 hay nieves permanentes. Y la orientación, en relación al sol (umbría/solana) o el viento (barlovento / sotavento). Ha sufrido la acción antrópica, que es mayor en las zonas más bajas. Se concreta tanto en la deforestación como en la reforestación o la repoblación.

Está dispuesta en pisos, a modo de escalonamiento: en el basal (h. 800 m.) hay encinas, alcornoques, robles, sabinas…; en el montano o subalpino (800 a 1600 m.), coníferas (abeto, pino negral, pinsapo…), hayas…; en el alpino (1600 a 2500 m.) hay matorrales (piorno, genista…) y en el invierno nieve; y en el nival (desde 2500 m.) se alternan la roca y la nieve (ésta, permanente desde los 3000 m.).

Vegetación macaronésica

Característica de las islas Canarias, se encuentra condicionada por factores como el clima (variedad tropical seca) y el relieve montañoso. Éste actúa en el escalonamiento de la vegetación. Las laderas septentrionales son más húmedas debido sobre todo a los vientos alisios, que dan lugar al llamado “mar de nubes” (entre 500 y 1.500 m.). Existen también formas escarpadas, con fuertes desniveles y barrancos profundos. El resultado es un paisaje muy singular, variado y con numerosos endemismos.

En el Teide se disponen escalonadamente: hasta 300-500 m. hay mayor sequedad en el ambiente y abunda el matorral de cardón y tabaiba; por encima de 300 m., por la mayor humedad en el ambiente, aparece el bosque termófilo, con especies arbóreas (sabinas, palmeras o dragos) y arbustivas (madroños o brezos); en la vertiente norte la humedad se intensifica por el efecto del “mar de nubes”, apareciendo entre 500 y 1500 m. la laurisilva (laureles, helechos y brezos); entre 1000 y 2000 m. se sitúa el pino canario; de 2000 a 3000 m. se da el matorral de retamas y jaras de las cañadas; y desde 3000 m. se alternan las rocas con las nieves, que a mayor altura se hacen perpetuas.

Las islas orientales (Lanzarote y Fuerteventura) son las más secas y de menor altitud, careciendo su vegetación de la laurisilva y el pino canario.


4. La intervención humana y sus consecuencias geográficas

La cubierta vegetal actúa como un factor de protección ante la erosión, de manera que su pérdida supone un factor negativo. En algunas zonas el clima afecta a la profundidad de los suelos: en el noroeste, por su pluviosidad alta, donde además la acidez los hace poco fértiles; en el este, por la larga sequía y las lluvias torrenciales, con un mejor aprovechamiento por ser calizos.  

Sin embargo, lo que ha afectado en mayor medida a la degradación de los suelos ha sido la acción antrópica. Por eso erosión y desertificación suelen ir unidos, siendo manifestaciones del proceso de degradación que se da en la vegetación y en los suelos. Este proceso se viene dando desde hace siglos, concretado en la deforestación y la sobreexplotación agrícola. A ello hay que unir prácticas agrarias poco adecuadas, muchas de las cuales se mantienen, como la quema de rastrojos, el abuso de abonos minerales, el sobrepastoreo, la construcción de bancales, la introducción de especies exógenas, etc. En su mayoría han actuado en la pérdida de masa vegetal y de biodiversidad. El proceso de urbanización, muy intenso en el último medio siglo, ha completado el panorama, incidiendo tanto en la pérdida de masa vegetal como en la impermeabilización del suelo, que aumenta la erosión y el riesgo de inundaciones.

Las áreas más afectadas por la degradación de los suelos se sitúan en las zonas costeras del Mediterráneo, las áreas agrícolas del interior y las islas Canarias. Coinciden con las zonas secas y, con frecuencia, con las más áridas, pero también son las más afectadas por la deforestación, la sobreexplotación agrícola y, más recientemente, la expansión urbana. 

miércoles, 6 de noviembre de 2013

5. Las aguas y la red hidrográfica


1. Las vertientes hidrográficas españolas

Se corresponden con los tres mares que rodean a la Península, siendo los ámbitos donde desembocan todos los ríos principales. Sus rasgos están condicionados por el relieve y el clima. En general el caudal absoluto disminuye de norte de sur. El caudal relativo da una idea más completa del agua que llevan los ríos al estar en relación a las precipitaciones, aportando los climas húmedos (oceánico y montaña) más agua que el clima mediterráneo.   

La divisoria que separa las vertientes atlántica y cantábrica de la mediterránea se sitúa entre el este de la Cordillera Cantábrica (donde nacen el Ebro, el Pisuerga o el Nalón), el Sistema Ibérico (en cuyo sector norte nacen el Duero, el Jalón o el Jarama; y en el sur, el Júcar, el Turia y, en cierta medida, el Guadiana) y el Sistema Subbético (Guadalquivir y el Segura).

Vertiente cantábrica

Están condicionados por el relieve, de manera que la proximidad del mar los hace cortos y la altitud les confiere fuertes pendientes. Tienen un elevado caudal relativo, derivado de la abundancia de precipitaciones, careciendo de estiajes acusados. Los principales ríos son: Bidasoa, Nervión, Nalón, Navia, Eo

Vertiente atlántica

Ríos gallegos: tienen rasgos similares a los cantábricos; son cortos, caudalosos y sin apenas estiaje; destacan: Tambre, Ulla y Miño.

Ríos meseteños: son largos y de pendiente suave durante la mayor parte de su recorrido por su adecuación al relieve llano de la Meseta; en sus cabeceras se da el factor nival; tienen mayores contrastes estacionales, sufriendo estiaje; destacan: Duero, Tajo y Guadiana.

Ríos de la costa andaluza del SO: tienen rasgos similares a los meseteños, pero con un estiaje más acusado por las altas temperaturas; destacan: Odiel, Tinto, Guadalete y Guadalquivir; éste recibe de su afluente Genil aguas de deshielo de Sierra Nevada.

Vertiente mediterránea

Existe una gran desigualdad entre ellos, especialmente por la presencia del río Ebro. Éste es el de mayor longitud, caudal y regularidad; recibe aportes de los Pirineos (Aragón, Gállego, Cinca, Segre) y el Sistema Ibérico (Jalón y su afluente Jiloca); tiene importancia el factor nival.

En las costas levantina y andaluza los ríos son en general más cortos y poco caudalosos; tienen una gran  irregularidad, sufriendo fuertes estiajes; coexisten con cursos que llevan aguas ocasionalmente en forma de ramblas o torrentes; destacan: Mijares, Turia, Júcar, Segura, Almanzora, Andarax, GuadalfeoGuadalhorce, Guadiaro

En la costa catalana los ríos tienen un mayor caudal, a la vez que la irregularidad es menos acusada, por lo que carecen de estiajes acusados; destacan el Ter y el Llobregat.



2. Los ríos y las cuencas hidrográficas

Miño. Nace en el NO del Macizo Galaico (Lugo). Tiene un recorrido de norte a sur hasta unirse con su principal afluente, el Sil. En el tramo final hace frontera entre España y Portugal, desembocando en Tuy. No es muy largo (343 km.), pero es uno de los ríos más caudalosos de España.

Duero. Nace en los Picos de Urbión (Sistema Ibérico, Soria) y desemboca en Oporto (Portugal). Es el río de la Submeseta Septentrional, pasando por Soria y Zamora. Es el segundo en longitud (913 km.) y su cuenca es la mayor de España. Sus afluentes provienen de la Cantábrica, el Sistema Ibérico y el Sistema Central. Los más importantes son el Pisuerga y el Esla, por el norte, y el Adaja y el Tormes, por el sur. Hace de frontera con Portugal cuando se encaja profundamente (Arribes del Duero), formando el mayor complejo hidroeléctrico peninsular.

Tajo. Nace en la sierra de Albarracín (Sistema Ibérico, Teruel) y discurre entre el Sistema Central y los Montes de Toledo, pasando por Aranjuez o Toledo. Desemboca cerca de Lisboa, formando un estuario. Es el más largo (1202 km). Sus principales afluentes, por la derecha, son el Jarama, Guadarrama, Alberche, Tiétar y Alagón.

Guadiana. Nace de la confluencia de aguas subterráneas en los Campos de Montiel (Ciudad Real), cerca de las Lagunas de Ruidera. Tiene una longitud de 840 km. Pasa por Mérida y Badajoz, y desemboca en Ayamonte (Huelva), tras formar frontera entre España y Portugal. Destaca el embalse de La Serena, el mayor de España.

Guadalquivir. Nace en la Sierra de Cazorla (Subbética, Jaén), discurre 560 km. por la depresión Bética y desemboca en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), donde forma las marismas más extensas. Pasa por Córdoba y Sevilla. Recoge aguas de Sierra Morena, con afluentes como el Guadalimar o el Jándula. Por la izquierda destacan el Guadiana Menor y el Genil, que nace en Sierra Nevada.

Ebro. Nace en Fontibre (cordillera Cantábrica, Cantabria), pasa por Logroño y Zaragoza, y desemboca cerca de Tortosa (Tarragona), formando un delta. Es el más caudaloso y tiene una longitud de unos 900 km. Tiene un régimen complejo: pluvial en su cabecera, y nivo-pluvial y pluvio-nival por el aporte de de sus afluentes. Destacan de los Pirineos el Aragón, Gállego y Segre, y del Sistema Ibérico, el Jalón con su afluente el Jiloca.

Segura, Júcar y Turia. No tienen mucha longitud y su caudal es reducido. Su régimen es pluvial, con gran irregularidad y un fuerte estiaje en verano. El Segura riega las huertas de Murcia y Alicante, y el Júcar y el Turia, la valenciana.


3. Los regímenes fluviales

Se entiende por régimen fluvial las variaciones estacionales que sufre el caudal de un río a lo largo de un año. Los factores que influyen derivan principalmente del régimen de lluvias (factor pluvial). En algunos casos las nieves resultan un factor añadido, derivado del deshielo que se produce en las zonas de montaña cuando llega la estación más cálida (factor nival).

Regímenes de montaña

Nival. Propio de las zonas más altas de montaña y con una extensión muy reducida. Se localizan sobre todo en los Pirineos. Mantiene su caudal helado durante buena parte del año, aumentando al final de la primavera y principios del verano.

Nivo-pluvial y pluvio-nival. Se mezclan los dos factores, diferenciándose por el momento del año en que se inicia el deshielo: al final de la primavera, en el primer caso; y al principio, en el  segundo. Es propio de las cabeceras de los principales ríos.

Régimen pluvial oceánico

El principal condicionante es la abundancia de lluvias anuales, lo que conlleva una gran  regularidad en el caudal, aunque con un descenso en la estación estival. Es característico de los ríos gallegos y cántabros.

Regímenes mediterráneos

Pluvial subtropical o mediterráneo continental. Tiene una mayor irregularidad que el anterior, con máximos en las estaciones de lluvias y acusando la pérdida de caudal en la estación seca, el llamado estiaje. Afecta a las cuencas fluviales de los ríos más largos de la vertiente atlántica, desde el Duero hasta el Guadalquivir.
 
Pluvial levantino. Es el más irregular de todos. Presenta los máximos de su caudal en otoño, coincidiendo con las lluvias derivadas de la depresión mediterránea, y los mínimos durante el verano. Es el propio de la vertiente mediterránea, con excepción del Ebro, que presenta unos rasgos más variados, derivados de la alta pluviosidad en su cabecera, las aguas provenientes del deshielo de las cumbres o la aridez de la depresión por donde discurre.    


4. Uso y aprovechamiento de las aguas

Evolución

En nuestro país existe una larga tradición para resolver los recursos limitados que existen en la mayor parte del territorio, como consecuencia de sus bajas precipitaciones y la sequía veraniega. A principios del siglo XX se impulsó la construcción de obras públicas, y durante la  Dictadura Primo de Rivera y IIª República se pusieron en práctica planes de concretos de construcción de embalses y canales. Durante el franquismo se continuó ese proceso, incrementándose la construcción de embalses (con frecuencia de grandes dimensiones) y las llamadas colonizaciones. Paralelamente, el proceso de urbanización, industrialización y desarrollo turístico supuso un aumento de la demanda de agua.

Desde los años ochenta de ha desarrollo una legislación específica, que ha variado en su contenido según el grupo político gobernante. Destacan la Ley de Aguas de 1985 y el actual Plan Hidrológico Nacional, vigente desde 2005.

Formas de aprovechamiento

Embalses y azudes. Regulan el cauce de los ríos, a la vez que permiten el abastecimiento de agua y la obtención de electricidad. Plantean problemas medioambientales. Los azudes son presas de agua pequeñas. Tradicionalmente se han destinado al suministro de agua en zonas de regadío.

Acuíferos. Son embolsamientos de agua subterránea producidos por filtración. Abundan más en las zonas calizas, por la  permeabilidad de sus suelos. Han sido objeto de explotación tradicionalmente mediante pozos y fuentes. Se contabilizan en torno a 500, con diferentes estimaciones sobre su capacidad. Sufren una explotación intensiva, lo que está ocasionando que muchos estén desapareciendo o estén en riesgo de ello. El mayor grado de sobreexplotación se da en el arco mediterráneo, y los valles del Guadalquivir y Guadiana.

Trasvases. Existe una larga tradición en la  realización de proyectos, que vienen incluso de la Edad Media. El proyecto Tajo-Segura se diseñó en los años 20 del siglo XX y se aprobó en 1933; se paralizó durante la guerra civil y en 1979 se inauguró, teniendo una longitud de 286 km. El proyecto de trasvase desde el Ebro al Levante está siendo motivo de una gran controversia social y política, teniendo en cuenta el grave impacto ambiental y los elevados costes.

Plantas desaladoras. De aparición reciente y en aumento. Su producción representa el 5% del consumo, encontrándose España en el puesto quinto del mundo. Están ubicadas en mayor medida en Canarias, la costa suroriental de Andalucía y otras zonas de la costa mediterránea. Conllevan elevados costes de producción y problemas ambientales (coste energético, emisión de CO2).

El consumo de agua en la actualidad

Existe una mayor presión en las zonas costeras, donde confluyen diversos factores como la mayor densidad de población; la intensificación del proceso de urbanización, que es mayor en la costa mediterránea y los archipiélagos, y está muy relacionado con el turismo; y la agricultura de regadío, que se reparte en mayor medida entre las cuencas de los principales ríos y  la costa mediterránea.

En el reparto por actividades y usos, el sector primario ocupa el mayor peso del consumo de agua: 75%; el resto de  usos resulta menor: doméstico, 12%; industria, 10%; y servicios, 3%.

España se encuentra entre los principales países consumidores de agua per capita, a lo que no resulta ajeno el empleo de sistemas de regadío que la emplean en demasía y la presión de las zonas turísticas (viviendas, campos de golf…). Andalucía ocupa el primer lugar entre las comunidades en términos absolutos (25%). Tiene relación con el importante peso que juega en su economía el sector primario y el turismo. 

El balance hídrico, que relaciona los recursos de agua y el consumo humano, resulta en general positivo, pero su distribución territorial es desigual. En las cuencas del norte y noroeste se alcanzan los mayores niveles favorables, disminuyendo hacia el sur y hacia el este. En las cuencas del cuadrante sureste y los dos archipiélagos el balance es negativo, precisamente donde el caudal de los ríos es menor y presión del regadío mayor.