jueves, 26 de diciembre de 2013

8. Dinámica y estructura de la población española

1. La dinámica natural


Natalidad y fecundidad

El primero se refiere al número de nacimientos durante un año, mientras que el segundo sólo tiene en cuenta a las mujeres en edad de procrear (15 a 49 años). La natalidad ha ido bajando en el XX, consecuencia de la secularización de la sociedad, una mayor dedicación a los hijos e hijas, y la mayor incorporación de la mujer al trabajo extradoméstico. Durante el franquismo, hasta principios de los 70, se dieron tasas elevadas de natalidad y fecundidad. El nacional-catolicismo fomentó medidas natalistas y la vuelta de la mujer al hogar.

En los 70 aparecieron los factores de planificación familiar y control de la natalidad, bajando la natalidad (10%en los 90) y la fecundidad. En el siglo actual se ha dado un pequeño repunte de la natalidad (12%o), por la aportación de la población inmigrante (proceden de países con una mentalidad tradicional, tienen una edad adulta joven…). El número de hijos e hijas por mujer ha ido descendiendo a lo largo del XX, siendo mayor durante el último cuarto: en 1975 era de 2,8; en 1998, de 1,2; y en 2006, de 1,4.

Las tasas más elevadas de natalidad se encuentran en las provincias meridionales de Andalucía, Murcia y Canarias. Entre los factores que lo explican están la tradición natalista, el mayor porcentaje de edades jóvenes y la inmigración. Madrid y las provincias mediterráneas se han visto afectadas por la inmigración.

Las tasas más bajas se dan en la mitad norte y s.t. en el ángulo noroeste. En este caso tienen una menor tradición natalista, un menor porcentaje de edades jóvenes, una menor presencia de la inmigración y un mayor nivel de estudios.

Mortalidad

A lo largo del XX ha seguido descendiendo por las mejoras higiénicas y sanitarias, s.t. desde los años 60. La epidemia de gripe de 1918 y s.t. la guerra civil (1936-39) fueron coyunturas negativas. En los años 60 la tasa llegó al 10%o, estando en la actualidad en torno al 8%o, una de las más bajas del mundo. El descenso de la mortalidad infantil ha ido paralelo, cuya tasa actual (3,4%o), es también una de las más bajas del mundo.

Las comunidades con las tasas más altas son las de la mitad norte y Extremadura, coincidiendo con las de mayor grado de envejecimiento y menor de natalidad. Por el contrario, las comunidades con tasas más bajas son las meridionales y Madrid, relacionadas en este caso con el menor envejecimiento y una natalidad más alta.

Nupcialidad

El estado civil de las personas tiene una variedad de formas: soltería, matrimonio, viudez, divorcio, separación, unión de hecho… La nupcialidad está relacionada con los matrimonios y es una variable que actualmente ha cambiado, teniendo  en cuenta la idea de relación de las parejas y los modelos de familia. En las últimas décadas la nupcialidad ha ido descendiendo. En cuanto a la maternidad, la edad media del primer hijo o hija ha tendido a elevarse con los años, estando hoy próxima a los 32 años.

Crecimiento natural

Las provincias con población más joven son las que tienen mayor crecimiento natural: Madrid, Andalucía (s.t. en las provincias costeras), arco mediterráneo (s.t. Murcia) y Canarias. Las más envejecidas tienen un crecimiento natural negativo y se sitúan en el noroeste (Galicia, Asturias y Castilla y León).

Esperanza de vida

Ha ido aumentando progresivamente a lo largo del XX: 40 años, en 1900; 69, en 1960; y 82, en la actualidad, entre las más altas del mundo. Ha resultado decisivo el descenso de la mortalidad y s.t. la infantil. Junto a las medidas higiénicas y sanitarias, la dieta alimenticia mediterránea también ha contribuido.

Por sexos es mayor en las mujeres (85 años) que en los varones (79), relacionado con varios factores: las mujeres disponen de un organismo más protegido en algunas enfermedades durante la edad fértil, a la vez que sus hábitos de vida son menos agresivos; los varones se ven más afectados por una mayor mortalidad infantil, unos hábitos de vida más agresivos en la edad adulta y en algunos ámbitos por una mayor mortalidad por razones laborales.
 
Las diferencias entre provincias y comunidades son escasas. Por encima de la media se encuentran Madrid, las dos Castillas, Aragón, Cataluña y Baleares. Los niveles más bajos se dan en los varones de Ceuta, Melilla, Asturias y Andalucía, y los más altos, en las mujeres de Madrid, Navarra, Castilla y León y País Vasco.


2. Los movimientos migratorios


España ha sido un territorio de una larga tradición migratoria desde que se inició en el siglo XVI la conquista y colonización de América.

De finales del XIX a mediados del XX

Durante el XIX se paralizó el proceso migratorio exterior (pérdida de la mayor parte del imperio colonial). A mediados se inició un éxodo rural interior con destino a las zonas industriales (Cataluña, País Vasco…) y capitales de provincia. A principios del XX continuó el éxodo rural interior, a la vez que se inició un nuevo impulso hacia el exterior: al norte de África, desde el Levante; a América (Argentina, Uruguay, Cuba…), desde Galicia, Castilla y León y Andalucía; e incluso hacia Francia.

La Guerra Civil ocasionó el exilio político de población del bando republicano, afectando a no menos de 200.000 personas. El destino principal fue Francia (150.000), y en menor medida América y otros países europeos.

De finales de los 50 a mediados de los 70

En los años 50 se inició un ciclo de fuerte crecimiento económico internacional. En España se inició a finales de la década, suponiendo el tránsito rápido hacia una sociedad urbana e industrial y ocasionando un intenso flujo migratorio, s.t. desde el medio rural y dirigido tanto a otras áreas del interior como al exterior. Aunque los datos que se tienen resultan incompletos, fueron varios millones las  personas que emigraron, de las cuales al menos dos lo hicieron hacia el exterior.

Las provincias más afectadas por la emigración fueron las que tenían mayor presencia del sector agrario (Andalucía, Extremadura, las dos Castillas, Aragón, Galicia…), que tendieron en algunos casos a despoblarse (las dos Castillas, Aragón). Se trataba de mano de obra barata que acabó trabajando en empleos poco cualificados de la industria, la construcción o los servicios.

En el interior se dirigieron a las zonas industriales (Cataluña, Madrid, País Vasco, Navarra…), las turísticas (s.t. costa mediterránea y archipiélagos) y las capitales. El crecimiento urbano resultó espectacular, dando lugar a barrios con graves carencias urbanísticas y en ocasiones a zonas muy degradadas (chabolismo).

En la emigración  exterior se produjo un cambio en el destino, perdiendo importancia América y ganándola considerablemente Europa Occidental, s.t. Alemania, Francia y Suiza.

Andalucía conoció un fuerte flujo migratorio tanto externo como interno. Hacia fuera se dirigió preferentemente a Cataluña y los países europeos, afectando a unos dos millones de personas. Dentro de Andalucía se produjo un desplazamiento hacia las áreas industriales (Bahía de Cádiz, Bahía de Algeciras, Sevilla, Huelva…), las costeras (Costa del Sol) y las capitales de provincia.

De mediados de los setenta hasta los noventa

La crisis de 1973 frenó el flujo migratorio y provocó incluso el regreso paulatino de emigrantes a sus lugares de origen. Esto último afectó más a la emigración exterior.

En los 80 se inició una nueva tendencia migratoria interna, con destino a las áreas urbanas y en mayor medida las costeras, y de carácter interclasista. Ha dado lugar a la creación de grandes áreas metropolitanas que abarcan capitales de provincia y los municipios circundantes. En este caso la mano obra está ocupada s.t. en los servicios y la construcción, perdiendo importancia la industria.  

Los últimos años

Entre mediados de los 90 y mediados del XXI España se ha convertido en un país con predominio la inmigración. El resultado ha sido un importante crecimiento de la población, que ha superado la barrera de los 40 millones y alcanzando ya los 47. Las provincias más afectadas son las costeras mediterráneas y Madrid.

La procedencia es variada, pudiendo distinguirse dos ámbitos. Uno es el de los países de menor nivel de desarrollo económico, como los latinoamericanos (40%), norteafricanos (17%) o europeos del este (17%). Se trata de población joven, en busca de un empleo para mejorar sus condiciones de vida y ocupada en actividades poco cualificadas de los servicios, la construcción y la agricultura. Por sus características ha aportado el aumento habido en la natalidad.

Distinto es el caso de la población  procedente de los países europeos occidentales (24%). Se trata de gente de edades más altas, con mayor cualificación profesional y presencia importante de jubilada.

No podemos olvidar tampoco la población española emigrante, que, a diferencia de otras épocas, la forman personas con una mayor formación profesional y que trabajan en las empresas españolas en el exterior, en la administración comunitaria, etc. Los principales destinos son América Latina, Europa y América del Norte. Con la crisis está aumentando este fenómeno. 



3. Estructura y composición de la población

Según el sexo

Como en otras poblaciones, en España hay más nacimientos de niños que de niñas, a la vez que la mortalidad infantil afecta más a los niños. Hasta las edades adultas hay un equilibro entre los dos sexos y desde los 50 años empieza a haber claramente  más mujeres. De esto se deriva que tengan una mayor esperanza de vida y que el índice de masculinidad (sex ratio) sea menor en los varones (96%).

Según la edad

El grupo de población joven (hasta 15 años) ha conocido un fuerte descenso en las últimas décadas, pasando del 35% en 1900 al 14% de la actualidad. El grupo adulto (16 a 64 años), por su parte, ha ido subiendo, representando en la actualidad el 69%. El grupo de población vieja (65 y más años) ha aumentado considerablemente, pasando del 5% en 1900 al 17% de la actualidad. 

Según la actividad económica

La población activa incluye a las personas que están en disposición de trabajar. Potencialmente está entre las personas comprendidas entre 16 (edad legal de trabajar) y 65 años (edad de jubilación). La tasa de población activa se refiere a la relación entre población activa y población total, siendo en la actualidad de un 55%.

Su composición por sectores ha evolucionado en el XX: a principios el sector primario era mayoritario (50%); en los 60 se redujo considerablemente, a la vez que aumentaron el secundario (30%) y el terciario (50%); en la actualidad su reparto es: primario, 5%; secundario, 28%; terciario, 67%.

La tasa de actividad relaciona la población activa y la que está en edad legal de trabajar. Hay escasas variaciones territoriales, lo que no ocurre entre los sexos. En los varones la tasa se encuentra en torno al 70%, dentro de la media europea. En las mujeres, sobre el 50%, siendo una de las más bajas y similar a los países mediterráneos. En las mujeres jóvenes es más alta, descendiendo según se avanza en edad.

Según el nivel sociocultural

La escolarización entre 3 y 16 años es total. Entre los 16 y los 30 años las mujeres tienen mayores niveles de escolarización y de éxito escolar, mientras que los varones tienen niveles de escolarización más bajas, y mayores de abandono y fracaso escolar.

El nivel de estudios varía por edades: según se aumenta, va bajando; y en general está por debajo de los parámetros europeos. El analfabetismo se da entre la gente de más edad. Aunque es muy bajo, es mayor en las provincias del sur.



4. Los problemas demográficos

El tratamiento y valoración de este aspecto resulta controvertido, porque tiene un enorme componente ideológico.

Envejecimiento de la población. Suele ser el primero de los problemas en destacarse y supone, de entrada, un aumento de los gastos sanitarios, en jubilaciones y pensiones, y en ayudas a la dependencia. Actualmente de están introduciendo medidas de corte neoliberal, como el recorte del gasto público, el copago sanitario y farmacéutico, la prolongación de la edad de jubilación o el aumento del periodos de cotización a la seguridad social. No se han explorado, sin embargo, otras medidas como el combate del fraude fiscal o una mayor progresividad. No debemos perder tampoco la perspectiva de que el envejecimiento en sí es un síntoma de bienestar social y no problema.

Natalidad. Resulta evidente el progresivo descenso de la tasa sintética de fecundidad y el retraso en la edad de tener el primer hijo o hija, estando por debajo de la tasa de reemplazo generacional (2,1). Tiene que ver con factores, como una mejora en la crianza e hijos e hijas, una mayor dedicación en la formación y carrera profesional de las mujeres, la planificación familiar… En los años anteriores el déficit de natalidad se ha visto compensado con el pequeño repunte entre la población inmigrante.

Migraciones. Han tenido siempre un componente ambivalente: de un lado alivian el paro en las zonas de origen y posibilitan mano de obra en las receptoras; de otro dan lugar a la despoblación en las primeras y suelen provocar sobrepoblación y degradación urbana y de servicios en las segundas. Con el actual aumento del paro se ha visto más perjudicada la inmigración exterior, que incluso tiende a regresar a su país de origen. Junto a ello ha aumentado la emigración exterior, que afecta a estratos más jóvenes y de cualificación medio-alta  y alta, con frecuencia con destino a trabajos por debajo de su cualificación.

Población activa. España se encuentra en general en los parámetros de los países europeos entre los varones, no así en las mujeres, que están por debajo, s.t. entre las de edades adultas. En los últimos años ha aumentado la población desocupada, que afecta más a las edades más jóvenes (+50% de desempleo), las mujeres y los sectores con menor capacitación socioprofesional. Está aumentando, además, la mano de obra más cualificada que está empleada en actividades por debajo de su nivel.