jueves, 26 de diciembre de 2013

7. Evolución y distribución geográfica de la población española


1. Los efectivos demográficos y su evolución

La población hasta el siglo XVIII

Hasta el XVIII la evolución de la población estuvo dentro de los parámetros del régimen demográfico antiguo: mortalidad y natalidad elevadas (superior al 40%o); elevada mortalidad catastrófica (enfermedades, guerras, hambrunas…) y s.t. infantil; y crecimiento lento, con ciclos cortos de subidas y bajadas.

Desde finales de la Edad Media la tendencia general fue de crecimiento: a lo largo del XVI pasó de 7,4 a 8,5 millones de habitantes; el XVII fue regresivo, perdiendo en torno a un millón de habitantes por la crisis económica, la emigración a América y la expulsión de la población morisca.

Las estimaciones del total de población son aproximativas, con más fiabilidad desde el s. XVI, cuando empezaron a elaborarse los primeros censos, que tenían fines fiscales y de reclutamiento.

La población durante los siglos XVIII y XIX

El XVIII y el inicio de la transición demográfica

Fue un siglo de crecimiento: a finales superó los 10 millones de habitantes. Estuvo relacionado con la recuperación económica y una mayor estabilidad política. Coincidió con el inicio en Europa Occidental del régimen demográfico de transición: descenso importante de la mortalidad, debido a las mejoras agrarias y el consiguiente descenso de epidemias y mortalidad infantil; natalidad todavía elevada; fuerte crecimiento natural. En España hubo cierto retraso en esta evolución en relación a países del norte europeo: bajó menos la mortalidad y, por consiguiente, hubo un menor crecimiento natural.

Las estimaciones de población, siendo limitadas, son más fiables, destacando el Catastro de Ensenada (1749) y los censos de Aranda, Floridablanca y Godoy.

El XIX: la transición demográfica plena

La población creció a lo largo del siglo en un 80%, pasando de 10,5 millones a 18,5. La mortalidad siguió descendiendo, pese a la existencia de guerras (Independencia, coloniales…), crisis agrarias y epidemias periódicas. La natalidad se mantuvo elevada, lo que hizo que el crecimiento natural fuese más elevado. Las causas que contribuyeron a dicho crecimiento fueron las mejoras agrarias y la extensión de superficie cultivada que se dio desde los años 30 como consecuencia de la abolición del régimen señorial y las desamortizaciones.

Las estimaciones de población de este periodo son más fiables, destacando la elaboración de censos por parte del estado, siendo el primero el de 1857. Por eso empieza a hablarse de la fase estadística.

El siglo XX: hacia el régimen demográfico moderno

La población se duplicó, pasando de 19 a 40 millones, siendo los años 50, 60 y mediados de los 70 los de mayor crecimiento. En el periodo siguiente el ritmo disminuyó, de manera que a lo largo de los 90 la población se mantuvo estancada en torno a 39 millones.

La principal novedad fue el progresivo descenso de la natalidad. Esto se debió a una mayor secularización de la sociedad, preocupación por la crianza de hijos e hijas, e incorporación de la mujer al trabajo extradoméstico. No obstante, la guerra civil (1936-39) ocasionó un déficit específico de natalidad y entre los 50 y mediados de los 70 (nacional-catolicismo) se dieron índices elevados de natalidad y fecundidad (baby boom). Durante la Transición se dio un descenso acusado de la fecundidad y la natalidad (ésta, en torno al 10%o, mantenida hasta finales de siglo) a lo que no fue ajeno que se añadieran factores como la planificación miliar y el control de natalidad (generalización de los métodos anticonceptivos).

La mortalidad siguió descendiendo, con los  años de la guerra civil como excepción. En los años 60 se alcanzó la tasa del 10%o, estando en la actualidad en torno al 8%o. Entre las causas se encuentran las mejoras higiénicas y sanitarias. Éstas se generalizaron desde los 60 con las vacunas y una mejor atención médica.

A lo largo del siglo se fueron realizando cada diez años censos de población (hasta 1981, en los años acabados en 0). Junto con los padrones municipales, renovados cada cinco años, los datos de población resultan altamente fiables.

Los últimos años (siglo XXI)

Desde finales del s. XX el factor de la inmigración ha condicionado la evolución de la población, de manera que del estancamiento en torno a 39 millones se pasó a una fase de crecimiento de población. Actualmente se han superado los 47 millones de habitantes. La presencia de población inmigrante ha dado lugar a un relevante aporte de natalidad, aumentando el índice al 12%o. La mortalidad se sigue manteniendo por debajo del 10%o


2. La densidad y la distribución espacial

Siglos XVI-XVIII

Entre los s. XVI y XVIII las zonas del interior estaban más pobladas en términos absolutos y relativos. La corona de Castilla tenía más población absoluta y densidad que la de Aragón (Cataluña, Aragón, Valencia y Mallorca). En el XVIII se inició una inversión en la distribución de la población, pasando las áreas periféricas a tener más población absoluta y densidad.

Siglos XIX y XX

Durante el XIX siguió ese proceso, coincidiendo con la industrialización iniciada a mediados de siglo. El éxodo rural se convirtió en una nueva realidad, disminuyendo la población agraria en favor de la urbana, que se concentró en las capitales de provincia y las áreas industriales. Madrid y Barcelona destacaron como las provincias y ciudades más pobladas.

Durante el XX se consolidó ese proceso, que desde los años sesenta se intensificó: nuevo impulso industrializador; proceso migratorio, s.t. desde las áreas rurales y las provincias agrarias (del interior, Andalucía, Galicia…) y el consiguiente proceso de urbanización; y desarrollo del turismo.

Las áreas interiores, excepto Madrid, y las rurales perdieron mucha población. En algunas regiones, como las dos Castillas, Aragón y Extremadura, hubo zonas que sufrieron un fuerte despoblamiento.

Actualidad



El resultado ha sido la conformación de un mapa que refleja los siguientes rasgos centro muy poblado, en torno a Madrid y algunas áreas de Guadalajara y Toledo; un anillo circundante de escasa población, con algunos núcleos más poblados (Valladolid, Zaragoza…); una periferia muy poblada, mayor en las áreas costeras.

Las comunidades con más población absoluta son Andalucía (8’5 millones), Cataluña (7,5), Madrid (6,5) y Valencia (5,5). Por provincias, Madrid, Barcelona, Valencia, Alicante, Sevilla y Málaga.

En términos relativos destacan el País Vasco (300 h/km2), Canarias (285), Cataluña (235), Madrid (235), Baleares (223) y Valencia (220), además de los casos especiales de Melilla y Ceuta. Por provincias están Vizcaya, Guipúzcoa, Barcelona, Valencia, Alicante, Baleares, Málaga, Canarias, Pontevedra y Madrid.

De una forma más detallada, las áreas urbanas alcanzan una elevada densidad de población (por encima de 1000 h/km2), siendo además mayor en determinadas capitales y áreas costeras.

Andalucía



Es la comunidad más poblada en términos absolutos, aunque su densidad (96) coincide con la media del estado (94). Las provincias más pobladas son Sevilla, Málaga y Cádiz, que superan el millón de habitantes y se encuentran entre las ocho primeras del estado.


Málaga (223) es la provincia con mayor densidad, estando entre las primeras del estado; es seguida por Cádiz (167) y Sevilla (127).

Las áreas con mayor población absoluta y relativa se concentran en dos ejes: el costero y el del valle del Guadalquivir-Genil. Destacan las áreas metropolitanas de Málaga y la Costa del Sol, Sevilla, Bahía de Cádiz, Granada y Bahía de Algeciras. Menor importancia tienen las áreas metropolitanas de Córdoba, Huelva, Jaén y Almería.



3. Los factores explicativos de la densidad y la distribución

Geográficos físicos. Los climas extremos y las zonas con mayor altitud dificultan la ocupación de espacios, al limitar la actividad económica y las comunicaciones. Pero no es siempre un factor decisivo: la Meseta estuvo más poblada hasta el siglo XVIII y en la actualidad varias provincias costeras del norte mantienen una densidad elevada.

Demográficos. Las zonas del interior (Meseta y valle Ebro, excepto Madrid) tienen un crecimiento de población más bajo y una estructura más envejecida, lo contrario que las costeras y Madrid. El factor migratorio ha intensificado esa tendencia, siendo mayor en el arco mediterráneo y Madrid.

Socioeconómicos. Desde el siglo XIX ha sido significativo el trasvase desde las zonas rurales hacia las urbanas. Durante la última quincena la inmigración, tanto interior como exterior, se ha dirigido principalmente a las áreas costeras mediterráneas y Madrid. Hay una mayor preferencia por las urbanas en relación a la construcción y los  servicios. En el sureste la inmigración exterior se ha orientado en mayor medida hacia las áreas rurales (agricultura).