jueves, 19 de septiembre de 2013

Introducción a la Geografía de España

1. Situación y posición

La mayor parte de los territorios españoles se encuentra en las latitudes templadas del hemisferio Norte. Sólo el archipiélago de las Canarias es una excepción, al encontrarse en la zona cálida, próximo al trópico de Cáncer. La situación de la Península en la parte más meridional y occidental de Europa, entre dos mares y próxima al continente africano le da un carácter de encrucijada, lo que da lugar a su singularidad en relación a otros territorios.

Los puntos geográficos peninsulares más extremos son los que siguen: al norte, el Cabo Estaca de Bares (43º 47’ latitud norte), en Lugo; al sur, la Punta de Tarifa (36º latitud norte), en Cádiz; al este, el Cabo de Creus (7º longitud este), en Gerona; y el Cabo de Touriñán (9º 36’ longitud oeste), en La Coruña. Si tenemos en cuenta los territorios extrapeninsulares, la isla de El Hierro se sitúa tanto en el extremo más occidental (18º 10’ longitud oeste) como el más meridional (27º 55’ latitud norte), y la isla de Menorca en el extremo más oriental (4º 20’ longitud este).  


2. Consecuencias geográficas

En España coexisten elementos diversos y contrapuestos tanto en lo natural como en lo humano que, siguiendo al geógrafo Ángel Cabo, se pueden denominar como estímulos de relación y aislamiento.

Estímulos de aislamiento

Extremo continental (SO) y mediterráneo (O). La Península está situada en la parte más extrema por el oeste y por el sur de las tierras no insulares del continente europeo. A la vez, también lo es, por el oeste, de las tierras que rodean el mar Mediterráneo.

Un país eminentemente peninsular. La mayor parte de sus territorios conforman una península perfectamente definida, que tiene una forma parecida a un pentágono irregular, cuyos vértices principales se encuentran en los cabos de Creus (Girona), al NE; Gata (Almería), al SE; Tarifa (Cádiz), al S; San Vicente (Portugal), al SO; y Estaca de Bares (Lugo), al NO.

Soldadura ístmica montañosa. La Península está unida al continente europeo por un istmo de 435 km. de largo que hace de frontera con Francia. Coincide con un sistema montañoso abrupto, los Pirineos, formado por varias alineaciones paralelas en dirección E-O que alcanzan en la mayor parte de su eje axial 2.000 m. de altura y en su parte central, más de 3.000 m. (Aneto, Monte Perdido…). Todo esto contribuye a que el aislamiento de la Península haya sido mayor que otras penínsulas europeas.

Disposición periférica del relieve. Se trata de sistemas montañosos que, situados en los rebordes de la Meseta o exteriores a ella, aíslan al interior de las influencias externas

Configuración maciza. La abundancia de zonas montañosas y la existencia en la parte central de una gran meseta, eleva la altitud media a 660 m. y hace que el 60% del territorio supere los 500 m. de altitud. La mayor parte de las costas son abruptas, lo que realza el carácter macizo.

Estímulos de relación

Puente euroafricano. La Península se encuentra próxima al continente africano, separada por el estrecho de Gibraltar, que en su distancia más corta, desde Tarifa, tiene 14 km.

Nexo marino. También está situada entre dos mares: el Mediterráneo, por el este; y el Atlántico, por el oeste, junto con el mar Cantábrico, situado al norte.

Relación mediterránea. Este mar se caracteriza por estar casi cerrado, ser tranquilo y disponer de un circuito interno de corrientes marinas, lo que ha facilitado la comunicación entre las poblaciones situadas en su entorno. El circuito discurre en dirección oeste-este, por el sur; y este-oeste, por el norte.

Circuito atlántico. El océano tiene unas características que facilitan la comunicación natural con el continente americano desde el siglo XV. Se trata de la corriente fría de Canarias, que parte del SO peninsular hasta el archipiélago; los vientos alisios, que soplan en dirección NE-SO en las latitudes tropicales y, por tanto, en Canarias; la corriente cálida del Golfo, que parte del mar Caribe en dirección oeste-este, llegando un ramal a las costas del oeste peninsular.

Archipiélago destacado. Las islas Canarias se encuentran en las latitudes tropicales, frente a la costa sahariana. La pertenencia a la corona de Castilla en el siglo XV facilitó la llegada América y su posterior colonización.


3. Unidad y variedad

Los términos Península Ibérica y España tienen una naturaleza diferente, al aludir el primero a un espacio físico y el segundo a una entidad política. Iberia fue el nombre con que se conoció a la Península en el mundo griego, mientras que Hispania, derivado del nombre fenicio Ispnya (tierra de conejos), fue el nombre empleado en el mundo romano desde el siglo –III y que prosiguió durante el periodo visigodo hasta el siglo VIII. Durante la Edad Media se emplearon indistintamente los términos Españas o España para referirse al conjunto de los distintos reinos situados en el territorio peninsular, quedando finalmente, tras un largo proceso histórico, el término de España para referirse al estado que ocupa la mayor parte de la Península.

La superficie total de la Península es de 580.000 km2, que en un 85% corresponden a España, un 15% a Portugal y apenas el 0,1% a Andorra y Gibraltar. La frontera hispano-portuguesa se extiende por el oeste a lo largo de 1.200 km., mientras que la hispano-francesa es de 435 km. El litoral peninsular es de 5.850 km., de  los cuales 3.900 corresponden a España, es decir, el 67% del total.

España es un estado con una superficie de unos 505.000 km2. La mayor parte, el 98%, está situada en la Península Ibérica, correspondiendo el resto a los archipiélagos de Canarias (océano Atlántico, frente a la costa sahariana) y Baleares (mar Mediterráneo); las ciudades de Ceuta Melilla (norte de África); y los pequeños enclaves de las islas Chafarinas, la isla de Alborán, el peñón de Alhucemas y el peñón de Vélez de la Gomera (norte de África).

La variedad natural y humana se puede sintetizar de la siguiente manera:

Geomorfológica. La conformación geológica permite diferencias varios tipos de relieve: macizos antiguos (primaria); cordilleras jóvenes (terciaria); depresiones y cuencas sedimentarias (terciaria); llanuras litorales (finales terciaria y cuaternaria); zonas volcánicas (terciaria y cuaternaria).

Litológica. En el roquedo se pueden diferenciar tres iberias: silícea, caliza y arcillosa; a las que se puede añadir una cuarta: volcánica.

Climática. Hay una diversidad de tipos de climas (mediterráneo, oceánico, montaña y tropical) y variedades en el más extendido (mediterráneo), derivada de factores como la latitud, la altitud, la cercanía y lejanía del mar, la disposición del relieve, etc.

Biogeográfica. Los factores climáticos, del suelo o del relieve permiten diferenciar entre la España húmeda y la seca, con dominios vegetales diversos que van desde formaciones boscosas a otras adaptadas a la sequedad.

Paisajes agraria. Se pueden distinguir cuatro grandes conjuntos: el atlántico, de carácter húmedo y con predomino de bosques y prados; el mediterráneo del interior, con predominio de los cultivos de secano de cereales, vid y el olivo; el mediterráneo costero, con predominio del regadío para productos hortofrutícolas muy variados; y el tropical canario, con productos de regadío más específicos.

Asentamientos humanos. A los contrastes entre el medio rural y el urbano, hay que añadir el mayor grado de urbanización y densidad de población en las zonas costeras sobre las del interior; y diferencias en el sistema de asentamiento entre la mitad septentrional y la meridional.


4.  España en Europa y el mundo

España en la Unión Europea

Los primeros contactos con la Comunidad Económica Europea (CEE) datan de 1962, cuando se solicitó por parte del gobierno español la apertura de negociaciones, que culminó en 1970 con la firma de un Acuerdo Preferencial. No obstante, la dictadura fue el obstáculo principal para que desde la CEE se rechazara la integración. Una vez celebradas las elecciones de 1977 se reanudaron las negociaciones, para lo que se creó un ministerio específico. En 1985 se firmó el tratado de adhesión, que se hizo efectiva en 1986, ya dentro de la Comunidad Europea. Ceuta, Melilla y Canarias mantienen un status especial: exención de algunos impuestos y aranceles, y no aplicación de la PAC.

Desde entonces España ha participado en el proceso de construcción europea, destacando, entre otros: el tratado de Maastricht (1992), que dio origen a la Unión Europea y sentó las bases de la integración monetaria (en vigor desde 2002); y el tratado de Lisboa (2007), que ha ampliado las competencias de la Unión sobre los estados. El resultado más significativo ha sido la integración política y económica en un marco supranacional que constituye la segunda potencia económica del mundo.

Nuestra integración supone la presencia en las distintas instituciones (Parlamento, Comisión, Consejo Europeo, Tribunal de Justicia…), la acomodación de parte de la legislación dentro del derecho comunitario, la pertenencia a un mercado común con fronteras comunes, la aplicación de políticas comunes en algunos sectores económicos (agricultura, pesca, carbón y acero, etc.), el establecimiento de un impuesto indirecto común (IVA) o una moneda única (euro).

La incorporación en la CE/UE ha supuesto la integración en un ámbito económico muy dinámico y la modernización del país dentro de los países más avanzados. Dicha integración se concretó, de un lado, en la recepción de ayudas (fondos de cohesión y fondos estructurales) y, de otro, en la participación en la dinámica económica comunitaria. Los sectores productivos más afectados fueron el lácteo, la minería, el carbón, la siderurgia y los astilleros. Los más beneficiados, la agricultura (hortalizas, frutas, olivar) y el turismo. A su vez, España ha sido uno de los países que más se han beneficiado de los fondos de ayuda: estructurales, destinados a las regiones con rentas más bajas; y los de cohesión, para la financiación de infraestructuras (transportes y medio ambiente), destinados a los países con una renta inferior a la media comunitaria.

España en un mundo globalizado

Los condicionantes geográficos y políticos han influido en hacer de España un país con tendencia al aislamiento durante los dos últimos siglos. Durante la dictadura franquista se acentuó esa tendencia, si los años 60 permitió una apertura hacia el exterior, facilitado por el turismo, el comercio exterior y la incorporación en las instituciones internacionales. Desde los años de la transición y s.t. los 80 la apertura se ha acentuado: incorporación a nuevas instituciones internacionales (OTAN, CE/UE), mayor protagonismo en las instituciones internacionales (junto a anteriores, UNESCO, FMI, OCDE, OIT…) y mayor presencia de las empresas españolas en otros países. Todo ello dentro del proceso de globalización mundial, intensificado desde los años 90 con la caída del bloque oriental.

La evolución del PIB per capita ha pasado de un 75% de la media europea en 1970 a un 87% en el siglo XXI. La tasa de crecimiento medio anual ha sido alta, aunque ha decaído en los últimos años como consecuencia de la crisis económica. El comercio exterior ha conocido un incremento espectacular, si bien se mantiene el déficit crónico de la balanza comercial. La balanza de pagos, a su vez, sigue deficitaria y compensada por el turismo. El 70% de nuestro comercio está orientado a la UE y en menor medida Latinoamérica, China, EEUU…

Una de las novedades es la mayor presencia de empresas españolas en el exterior, preferentemente en el continente latinoamericano, y concretado en las actividades bancarias, energéticas, las telecomunicaciones o los transportes.