miércoles, 6 de noviembre de 2013

5. Las aguas y la red hidrográfica


1. Las vertientes hidrográficas españolas

Se corresponden con los tres mares que rodean a la Península, siendo los ámbitos donde desembocan todos los ríos principales. Sus rasgos están condicionados por el relieve y el clima. En general el caudal absoluto disminuye de norte de sur. El caudal relativo da una idea más completa del agua que llevan los ríos al estar en relación a las precipitaciones, aportando los climas húmedos (oceánico y montaña) más agua que el clima mediterráneo.   

La divisoria que separa las vertientes atlántica y cantábrica de la mediterránea se sitúa entre el este de la Cordillera Cantábrica (donde nacen el Ebro, el Pisuerga o el Nalón), el Sistema Ibérico (en cuyo sector norte nacen el Duero, el Jalón o el Jarama; y en el sur, el Júcar, el Turia y, en cierta medida, el Guadiana) y el Sistema Subbético (Guadalquivir y el Segura).

Vertiente cantábrica

Están condicionados por el relieve, de manera que la proximidad del mar los hace cortos y la altitud les confiere fuertes pendientes. Tienen un elevado caudal relativo, derivado de la abundancia de precipitaciones, careciendo de estiajes acusados. Los principales ríos son: Bidasoa, Nervión, Nalón, Navia, Eo

Vertiente atlántica

Ríos gallegos: tienen rasgos similares a los cantábricos; son cortos, caudalosos y sin apenas estiaje; destacan: Tambre, Ulla y Miño.

Ríos meseteños: son largos y de pendiente suave durante la mayor parte de su recorrido por su adecuación al relieve llano de la Meseta; en sus cabeceras se da el factor nival; tienen mayores contrastes estacionales, sufriendo estiaje; destacan: Duero, Tajo y Guadiana.

Ríos de la costa andaluza del SO: tienen rasgos similares a los meseteños, pero con un estiaje más acusado por las altas temperaturas; destacan: Odiel, Tinto, Guadalete y Guadalquivir; éste recibe de su afluente Genil aguas de deshielo de Sierra Nevada.

Vertiente mediterránea

Existe una gran desigualdad entre ellos, especialmente por la presencia del río Ebro. Éste es el de mayor longitud, caudal y regularidad; recibe aportes de los Pirineos (Aragón, Gállego, Cinca, Segre) y el Sistema Ibérico (Jalón y su afluente Jiloca); tiene importancia el factor nival.

En las costas levantina y andaluza los ríos son en general más cortos y poco caudalosos; tienen una gran  irregularidad, sufriendo fuertes estiajes; coexisten con cursos que llevan aguas ocasionalmente en forma de ramblas o torrentes; destacan: Mijares, Turia, Júcar, Segura, Almanzora, Andarax, GuadalfeoGuadalhorce, Guadiaro

En la costa catalana los ríos tienen un mayor caudal, a la vez que la irregularidad es menos acusada, por lo que carecen de estiajes acusados; destacan el Ter y el Llobregat.



2. Los ríos y las cuencas hidrográficas

Miño. Nace en el NO del Macizo Galaico (Lugo). Tiene un recorrido de norte a sur hasta unirse con su principal afluente, el Sil. En el tramo final hace frontera entre España y Portugal, desembocando en Tuy. No es muy largo (343 km.), pero es uno de los ríos más caudalosos de España.

Duero. Nace en los Picos de Urbión (Sistema Ibérico, Soria) y desemboca en Oporto (Portugal). Es el río de la Submeseta Septentrional, pasando por Soria y Zamora. Es el segundo en longitud (913 km.) y su cuenca es la mayor de España. Sus afluentes provienen de la Cantábrica, el Sistema Ibérico y el Sistema Central. Los más importantes son el Pisuerga y el Esla, por el norte, y el Adaja y el Tormes, por el sur. Hace de frontera con Portugal cuando se encaja profundamente (Arribes del Duero), formando el mayor complejo hidroeléctrico peninsular.

Tajo. Nace en la sierra de Albarracín (Sistema Ibérico, Teruel) y discurre entre el Sistema Central y los Montes de Toledo, pasando por Aranjuez o Toledo. Desemboca cerca de Lisboa, formando un estuario. Es el más largo (1202 km). Sus principales afluentes, por la derecha, son el Jarama, Guadarrama, Alberche, Tiétar y Alagón.

Guadiana. Nace de la confluencia de aguas subterráneas en los Campos de Montiel (Ciudad Real), cerca de las Lagunas de Ruidera. Tiene una longitud de 840 km. Pasa por Mérida y Badajoz, y desemboca en Ayamonte (Huelva), tras formar frontera entre España y Portugal. Destaca el embalse de La Serena, el mayor de España.

Guadalquivir. Nace en la Sierra de Cazorla (Subbética, Jaén), discurre 560 km. por la depresión Bética y desemboca en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), donde forma las marismas más extensas. Pasa por Córdoba y Sevilla. Recoge aguas de Sierra Morena, con afluentes como el Guadalimar o el Jándula. Por la izquierda destacan el Guadiana Menor y el Genil, que nace en Sierra Nevada.

Ebro. Nace en Fontibre (cordillera Cantábrica, Cantabria), pasa por Logroño y Zaragoza, y desemboca cerca de Tortosa (Tarragona), formando un delta. Es el más caudaloso y tiene una longitud de unos 900 km. Tiene un régimen complejo: pluvial en su cabecera, y nivo-pluvial y pluvio-nival por el aporte de de sus afluentes. Destacan de los Pirineos el Aragón, Gállego y Segre, y del Sistema Ibérico, el Jalón con su afluente el Jiloca.

Segura, Júcar y Turia. No tienen mucha longitud y su caudal es reducido. Su régimen es pluvial, con gran irregularidad y un fuerte estiaje en verano. El Segura riega las huertas de Murcia y Alicante, y el Júcar y el Turia, la valenciana.


3. Los regímenes fluviales

Se entiende por régimen fluvial las variaciones estacionales que sufre el caudal de un río a lo largo de un año. Los factores que influyen derivan principalmente del régimen de lluvias (factor pluvial). En algunos casos las nieves resultan un factor añadido, derivado del deshielo que se produce en las zonas de montaña cuando llega la estación más cálida (factor nival).

Regímenes de montaña

Nival. Propio de las zonas más altas de montaña y con una extensión muy reducida. Se localizan sobre todo en los Pirineos. Mantiene su caudal helado durante buena parte del año, aumentando al final de la primavera y principios del verano.

Nivo-pluvial y pluvio-nival. Se mezclan los dos factores, diferenciándose por el momento del año en que se inicia el deshielo: al final de la primavera, en el primer caso; y al principio, en el  segundo. Es propio de las cabeceras de los principales ríos.

Régimen pluvial oceánico

El principal condicionante es la abundancia de lluvias anuales, lo que conlleva una gran  regularidad en el caudal, aunque con un descenso en la estación estival. Es característico de los ríos gallegos y cántabros.

Regímenes mediterráneos

Pluvial subtropical o mediterráneo continental. Tiene una mayor irregularidad que el anterior, con máximos en las estaciones de lluvias y acusando la pérdida de caudal en la estación seca, el llamado estiaje. Afecta a las cuencas fluviales de los ríos más largos de la vertiente atlántica, desde el Duero hasta el Guadalquivir.
 
Pluvial levantino. Es el más irregular de todos. Presenta los máximos de su caudal en otoño, coincidiendo con las lluvias derivadas de la depresión mediterránea, y los mínimos durante el verano. Es el propio de la vertiente mediterránea, con excepción del Ebro, que presenta unos rasgos más variados, derivados de la alta pluviosidad en su cabecera, las aguas provenientes del deshielo de las cumbres o la aridez de la depresión por donde discurre.    


4. Uso y aprovechamiento de las aguas

Evolución

En nuestro país existe una larga tradición para resolver los recursos limitados que existen en la mayor parte del territorio, como consecuencia de sus bajas precipitaciones y la sequía veraniega. A principios del siglo XX se impulsó la construcción de obras públicas, y durante la  Dictadura Primo de Rivera y IIª República se pusieron en práctica planes de concretos de construcción de embalses y canales. Durante el franquismo se continuó ese proceso, incrementándose la construcción de embalses (con frecuencia de grandes dimensiones) y las llamadas colonizaciones. Paralelamente, el proceso de urbanización, industrialización y desarrollo turístico supuso un aumento de la demanda de agua.

Desde los años ochenta de ha desarrollo una legislación específica, que ha variado en su contenido según el grupo político gobernante. Destacan la Ley de Aguas de 1985 y el actual Plan Hidrológico Nacional, vigente desde 2005.

Formas de aprovechamiento

Embalses y azudes. Regulan el cauce de los ríos, a la vez que permiten el abastecimiento de agua y la obtención de electricidad. Plantean problemas medioambientales. Los azudes son presas de agua pequeñas. Tradicionalmente se han destinado al suministro de agua en zonas de regadío.

Acuíferos. Son embolsamientos de agua subterránea producidos por filtración. Abundan más en las zonas calizas, por la  permeabilidad de sus suelos. Han sido objeto de explotación tradicionalmente mediante pozos y fuentes. Se contabilizan en torno a 500, con diferentes estimaciones sobre su capacidad. Sufren una explotación intensiva, lo que está ocasionando que muchos estén desapareciendo o estén en riesgo de ello. El mayor grado de sobreexplotación se da en el arco mediterráneo, y los valles del Guadalquivir y Guadiana.

Trasvases. Existe una larga tradición en la  realización de proyectos, que vienen incluso de la Edad Media. El proyecto Tajo-Segura se diseñó en los años 20 del siglo XX y se aprobó en 1933; se paralizó durante la guerra civil y en 1979 se inauguró, teniendo una longitud de 286 km. El proyecto de trasvase desde el Ebro al Levante está siendo motivo de una gran controversia social y política, teniendo en cuenta el grave impacto ambiental y los elevados costes.

Plantas desaladoras. De aparición reciente y en aumento. Su producción representa el 5% del consumo, encontrándose España en el puesto quinto del mundo. Están ubicadas en mayor medida en Canarias, la costa suroriental de Andalucía y otras zonas de la costa mediterránea. Conllevan elevados costes de producción y problemas ambientales (coste energético, emisión de CO2).

El consumo de agua en la actualidad

Existe una mayor presión en las zonas costeras, donde confluyen diversos factores como la mayor densidad de población; la intensificación del proceso de urbanización, que es mayor en la costa mediterránea y los archipiélagos, y está muy relacionado con el turismo; y la agricultura de regadío, que se reparte en mayor medida entre las cuencas de los principales ríos y  la costa mediterránea.

En el reparto por actividades y usos, el sector primario ocupa el mayor peso del consumo de agua: 75%; el resto de  usos resulta menor: doméstico, 12%; industria, 10%; y servicios, 3%.

España se encuentra entre los principales países consumidores de agua per capita, a lo que no resulta ajeno el empleo de sistemas de regadío que la emplean en demasía y la presión de las zonas turísticas (viviendas, campos de golf…). Andalucía ocupa el primer lugar entre las comunidades en términos absolutos (25%). Tiene relación con el importante peso que juega en su economía el sector primario y el turismo. 

El balance hídrico, que relaciona los recursos de agua y el consumo humano, resulta en general positivo, pero su distribución territorial es desigual. En las cuencas del norte y noroeste se alcanzan los mayores niveles favorables, disminuyendo hacia el sur y hacia el este. En las cuencas del cuadrante sureste y los dos archipiélagos el balance es negativo, precisamente donde el caudal de los ríos es menor y presión del regadío mayor.