1. El proceso de industrialización y sus hitos más
recientes
Primera etapa: los años centrales del
siglo XIX
Paralelamente a los cambios agrarios iniciados en los
años 30 fueron surgiendo las primeras industrias, que se dedicaron a la fabricación
de tejidos y piezas de hierro. Barcelona se especializó en la actividad textil,
con destino el mercado español y las colonias. En Málaga también apareció una
industria textil, pero fue la siderurgia de esa ciudad y de Marbella la que se
situó a la cabeza del país. La minería del hierro vizcaína estuvo al principio
orientada a la exportación hacia Inglaterra. La del carbón se localizó
principalmente en Asturias y en menor medida en Sevilla y Córdoba. Con el
tiempo se fueron instalando empresas mineras británicas y francesas (cobre, en
Huelva; plomo, en Linares).
Como balance, se ha llegado a hablar del fracaso de la
primera revolución industrial en la medida que no se alcanzó los niveles de los
países europeos más avanzados.
Segundo impulso: desde finales del
siglo XIX
En general se dio una mayor
diversificación: la industria textil catalana se consolidó; la siderurgia acabó
ubicándose en el norte, tanto en Asturias como, sobre todo, en Vizcaya; también
en esta provincia se ubicó la industria naval; en la minería continuó la
expansión del hierro (Vizcaya) y el carbón (Asturias), ganando importancia el
plomo (Jaén-Linares, Almería y Córdoba-Peñarroya) y el cobre (Huelva-Río Tinto);
aparecieron las industrias de productos químicos, el gas y la producción de
electricidad.
La progresiva concentración de las
empresas y una creciente importancia de la banca en el conjunto de la economía
fue otro de los rasgos del periodo. De estos años data la aparición de bancos
como el Vizcaya, el Español de Crédito o el Hispano Americano, que junto con el
Bilbao concentraban al tercera parte del capital bancario.
La neutralidad durante la Primera Guerra Mundial
permitió que la economía se orientara hacia el suministro de los países en
guerra, de manera que la producción aumentó considerablemente en todos los
sectores. Al término del conflicto se volvió a los niveles de 1914.
Los años 20 fueron de crecimiento, coincidiendo con
una coyuntura internacional favorable. El sector primario se redujo al 46% de
su población activa, mientras aumentaron el secundario (26%) y el terciario
(28%). El aumento en el sector secundario estuvo vinculado a la construcción,
las obras públicas, la minería (carbón, hierro, potasas, mercurio) y las ramas
propias de la segunda revolución industrial (acero, electricidad, química,
cemento, naval, etc.). La metalurgia (hierro, acero, cobre, plomo, aluminio,
etc.) sobrepasó en importancia al textil.
El franquismo: entre la
postguerra y el impulso de los años sesenta
Se produjo un retroceso en la actividad industrial. El
intervencionismo del estado se dio en todos los sectores y se creó una amalgama
de empresas estatales (carbón, ferrocarril, petróleo, astilleros, etc.)
administradas por el Instituto Nacional de Industria (INI). El resultado fue un
estancamiento de la producción, el
déficit comercial, una enorme carencia de productos básicos y la extensión del
mercado negro (estraperlo).
A finales de los 50 se dio un giro importante en la
orientación de la política económica, que se basó en la Ley de Estabilización de 1959
y la apertura al exterior. Fueron llegando capitales extranjeros y divisas del
turismo y la emigración. Mediante los planes de desarrollo se establecieron polos de desarrollo y se impulsaron obras
públicas (grandes embalses, autopistas). Se mantuvo el sector público, con una
presencia importante en varias ramas (automóvil, carbón, siderurgia,
astilleros, aeronáutica, etc.).
El crecimiento del sector secundario supuso que su
población activa representara en 1970 el 37% y que su aportación a la renta
nacional fuese del 38%. Destacaron las ramas del automóvil, construcción naval,
química, siderurgia, etc. La construcción de viviendas estuvo muy ligada al crecimiento de las ciudades y
la urbanización de las costas por el turismo. La producción de energía
eléctrica se basó en las centrales térmicas (carbón y petróleo), hidroeléctricas
y, como novedad, las nucleares (Garoña, en Burgos, y Zorita, en Guadalajara).
Aparecieron nuevas zonas industriales en Navarra, Valladolid, Burgos, Coruña, Vigo,
etc. En Andalucía se concentraron en
capitales como Sevilla, Málaga, Huelva y Córdoba, las bahías de Cádiz y
Algeciras y las tradicionales zonas mineras de Río Tinto, Línares-La Carolina,
etc.
De la crisis económica de los 70 a la entrada en la CE
La crisis de 1973 afectó
al crecimiento económico de los años anteriores. Desde 1975 se dejaron sentir
el paro, la inflación y la vuelta de emigrantes del exterior, a lo que se unió
el aumento del número de huelgas, en gran medida relacionadas con el
descontento político.
Esta situación se mantuvo
hasta mediados de los ochenta, con la entrada en la CE (1986). La política
económica se integró en el nuevo marco de relaciones, quedando el sector
industrial muy afectado. Sectores que antes habían tenido un peso importante,
como la minería, la siderurgia o los astilleros, se vieron perjudicados y con
ellos las regiones del norte y noroeste, y algunos enclaves costeros (Bahía de
Cádiz, Sagunto…). Los otros sectores tuvieron que adaptarse a la nueva
situación a través de la modernización técnica, nuevos sistemas de producción,
una mayor especialización de la mano de obra, etc.
2. Factores de la actividad industrial
Las
materias primas y la obtención de energía son dos ingredientes fundamentales de
la actividad industrial. Su obtención pertenece a los sectores primario y
secundario: las del campo son de origen orgánico; las del subsuelo y los
recursos energéticos pertenecen al sector secundario; los minerales, a su
vez, pueden ser metálicos (hierro, aluminio, cobre) y no metálicos
(potasas, nitratos, sulfatos).
La minería
En
general ha sufrido una importante regresión en las dos últimas décadas en mano
de obra y producción. Han aumentado, por el contrario, las importaciones. Las
causas que han provocado la regresión son diversas: agotamiento de recursos,
escasa rentabilidad, o fuerte impacto ambiental en su extracción y posterior
tratamiento.
La
más afectada ha sido la minería metálica (hierro, cobre, mercurio…) y el
carbón. Donde se ha mantenido se han introducido técnicas más modernas. Han
ganado importancia la minería no metálica (fosfatos, caolín, potasas…),
orientada a la industria química, y la obtención de rocas industriales
(calizas, arena, granito, mármol, pizarra…), muy relacionadas con la
construcción.
La obtención de energía
La
producción y consumo de energía secundaria (electricidad) ha conocido un
importante crecimiento. Existe una fuerte dependencia exterior del petróleo y
el gas (energía primaria). El potencial de las energías renovables es muy
grande (solar, eólica…). Existe un predominio de las energías contaminantes y
no renovables, tanto de origen fósil (carbón, petróleo y gas) como mineral
(uranio). La mayor parte está orientada a la producción eléctrica. En las
refinerías se obtienen los derivados del petróleo: combustibles (gasolina,
gasóleo fuel, queroseno), polímeros (plásticos), lubricantes, asfalto…
Existe
una fuerte concentración empresarial tanto en producción como distribución que adquirido una fuerte presencia en el
mercado internacional (s.t. petróleo)
Energías
no renovables
Son
altamente contaminantes (CO2, radiactividad). Aportan casi el 80% de
la producción eléctrica. Existe una dependencia exterior en energía primaria y
autoabastecimiento en energía secundaria (electricidad).
Carbón: localizada en Asturias,
León y Palencia (hulla), Teruel (lignito); su producción ha descendido; se
utiliza en las centrales térmicas, próximas a los centros de extracción.
Petróleo: procede del Golfo
Pérsico, América Latina, Norte de África…; las refinerías se localización en
zonas portuarias (Tarragona, Cartagena,
Almería-Escombreras, Campo de Gibraltar, Huelva La Coruña, Tenerife…), excepto
en Ciudad Real (Puertollano); es la más utilizada como energía primaria (50%) y
para producir electricidad (térmicas).
Gas natural: procede de Argelia;
entra por Cádiz y Huelva, y se distribuye por gaseoductos; su consumo es
creciente, destinado a uso doméstico y para obtener electricidad (térmicas).
Nuclear: aporta un 16% a la
producción eléctrica; sus centrales se localizan en Burgos (Garoña),
Guadalajara (Trillo), Tarragona (Ascó y Vandellós), Valencia (Cofrentes) y
Cáceres (Almaraz); presenta graves riesgos de contaminación radiactiva (producción
y almacenamiento).
Energías
renovables
Generan
un menor impacto ambiental, disponen de un gran potencial y globalmente están
aumentando, aportando el 21,5% de la producción eléctrica.
Hidráulica: es la más tradicional;
está perdiendo importancia relativa (8,5% producción eléctrica); se localiza
s.t. en el norte (Cantábrica y Pirineos), y las cuencas del Duero, Tajo y Ebro;
se reparte entre grandes embalses (grandes cuencas), que suelen presentar mayor
impacto medioambiental, y minicentrales (áreas de montaña).
Eólica: cuarto país del mundo
en potencia instalada; es la energía que más ha crecido en la última década y
representa el 10,5% de producción eléctrica; se obtiene en parques eólicos (aerogeneradores);
está localizada s.t. en Castilla y León, Castilla-La Mancha, Galicia,
Andalucía, Aragón…
Solar: la producción está en
aumento, representando el 2,5% de la eléctrica; se obtiene mediante dos
sistemas: paneles (uso doméstico) y plantas fotovoltaicas; Andalucía es la
primera comunidad en potencia instalada.
Otras: biomasa,
mareomotriz, geotérmica...
3. Principales sectores industriales en la
actualidad
La industria, tomada en
sentido estricto, ocupa una diversidad de actividades, conocidas como ramas,
que suelen clasificarse de las siguiente manera: industria base (siderurgia,
metalurgia, química pesada y petroquímica), industria de bienes de equipo
(maquinaria y materiales de construcción) e industria de bienes de consumo
(textil, alimentación, electrónica, automoción, química ligera, farmacéutica,
etc.). Las dos primeras conforman la llamada industria pesada y la tercera
puede llamarse también industria ligera.
La importancia de cada una
de estas ramas ha ido variando a lo largo del tiempo y en las dos últimas
décadas se han visto afectadas por dos factores: la integración en la CE/UE y los cambios en los
procesos de producción. Como consecuencia se han reducido su población activa y
su aportación al PIB. Además, la deslocalización ha supuesto el cierre de
empresas para su traslado a otros países con costes de producción más bajos
(mano de obra, impuestos, etc.).
Sectores en crecimiento
Se trata de ramas como la
automoción, la petroquímica, la química pesada o la agroalimentaria. Sus rasgos
principales son el gran dinamismo, la modernización en técnicas y sistemas de trabajo, y la fuerte dependencia del
exterior (en tecnología, capitales y materias primas).
Automoción:
orientada al mercado interior y exterior; en manos de empresas foráneas;
localizada en Barcelona, Madrid, Valencia, Navarra, Pontevedra, Valladolid…
Petroquímica: fuerte dependencia del exterior en las materias primas; destinada a
la obtención de derivados del petróleo (combustibles, plásticos, alquitranes),
que se obtienen en las refinerías; están situadas en zonas portuarias
(Tarragona, Cartagena, Bahía de Algeciras, Huelva, Tenerife, La Coruña…), excepto en
Puertollano (Ciudad Real).
Química pesada: destinada a la transformación
de minerales no metálicos para la obtención de fertilizantes, explosivos,
pinturas, detergentes, etc.; se localiza en Huelva, Tarragona, País Vasco,
Navarra, etc.
Agroalimentación: ha conocido un crecimiento muy rápido desde la entrada en la CE/UE; directamente relacionada
con el sector primario; gran diversidad de productos (vinos, hortalizas,
frutas, aceites, pescados y mariscos, embutidos, charcutería y carnes frescas,
lácteos y derivados, etc.) y de formas de procesamiento (conservas, congelados,
envasados, precocinados…); gran dispersión empresarial y territorial, con una
tendencia a la concentración empresarial en su comercialización.
Sectores tradicionales en
retroceso
Pertenecen
sobre todo a la industria pesada (siderurgia, metalurgia, construcción naval), que es altamente
contaminante. También hay que incluir a varias ramas ligeras (textil, calzado,
mueble, etc.). En su conjunto han sido
las principales perjudicadas de la reconversión industrial iniciada a
finales de los 80.
Siderurgia y metalurgia: localizadas en las costas cantábrica y
mediterránea, han quedado reducidas a algunas plantas del País Vasco y Cantabria;
en Andalucía, en la Bahía
de Algeciras.
Construcción naval: extendida por las costas peninsulares e
insulares, se ha reducido considerablemente su producción; en Andalucía se
localiza en Puerto Real, Huelva y
Sevilla.
Textil y confección: situación ambivalente; la primera se ha visto muy
afectada por la competencia de los mercados asiáticos: la segunda ha adquirido
una gran importancia por su expansión internacional; localización en el área
mediterránea (Barcelona y Valencia), con novedad en la confección gallega (ligada
al norte de Portugal).
Sectores de alta
tecnología
Se
trata de las actividades que están haciendo uso de los últimos avances
científicos y técnicos, y de ahí que también se use el término tecnologías o
sectores punta. Están relacionados con la fabricación de materiales eléctricos, electrónicos e informáticos
(telecomunicaciones, instrumentos de
precisión, etc.). Ocupan un parte pequeña de la producción industrial, aunque
están conociendo un gran crecimiento. En general existe una gran dependencia
del exterior. Las administraciones públicas los están fomentando a través de
los parques tecnológicos. Se localiza en Madrid, País Vasco, Barcelona y
Valencia. En Andalucía se han instalado parques tecnológicos en Málaga y
Sevilla.
4. Distribución geográfica de la industria en
España.
La
ubicación de las industrias está relacionada con varios factores: tradición,
cercanía de los recursos naturales (materias primas y energía), situación
estratégica (puertos) y población. Tras la entrada en la CE/UE y la reconversión
consiguiente del sector ha surgido una nueva geografía de espacios y
actividades:
Regiones dinámicas
Es
el caso de Madrid, Cataluña, Levante, País Vasco, Navarra, Zaragoza, La Rioja… Concentran la mayor
parte de la producción. Hay una mayor presencia del capital extranjero.
Disponen de una mayor innovación organizativa y técnica.
Regiones en
transformación
Es
el caso de la cornisa Cantábrica y Galicia. Hasta los años 80 se basaban en la
minería del carbón y el hierro, y las industrias siderúrgica, metalurgia,
naval… Asturias se mantiene estancada. El resto ha renovado y modernizado su
tejido industrial: en Galicia. Destaca la agroalimentaria, la textil y la
automoción; en el País Vasco, los bienes de equipo, los bienes de consumo y la
energía.
Regiones poco
industrializadas
Tienen
enclaves importantes, como es el caso de Valladolid, Burgos, Sevilla, Huelva,
Bahía de Cádiz, Bahía de Algeciras, Málaga… Guadalajara y Toledo están dentro
del área de influencia de Madrid. Hay
una mayor presencia de la industria agroalimentaria. En algunas zonas existe
una actividad energética relevante:
refinerías y térmicas (Huelva, Bahía de Algeciras), hidroelectricidad (Castilla
y León)…