1. La dinámica natural
Natalidad y fecundidad
El
primero se refiere al número de nacimientos durante un año, mientras que el
segundo sólo tiene en cuenta a las mujeres en edad de procrear (15 a 49 años). La natalidad ha ido bajando en el XX,
consecuencia de la secularización de la sociedad, una mayor dedicación a los
hijos e hijas, y la mayor incorporación de la mujer al trabajo extradoméstico.
Durante el franquismo, hasta principios de los 70, se dieron tasas elevadas de
natalidad y fecundidad. El nacional-catolicismo fomentó medidas natalistas y la
vuelta de la mujer al hogar.
En los 70 aparecieron los factores de planificación
familiar y control de la natalidad, bajando la natalidad (10%o
en los 90) y la fecundidad. En el siglo
actual se ha dado un pequeño repunte de la natalidad (12%o), por la aportación de la población inmigrante (proceden de países con
una mentalidad tradicional, tienen una edad adulta joven…). El número de hijos
e hijas por mujer ha ido descendiendo a lo largo del XX, siendo mayor durante
el último cuarto: en 1975 era de 2,8; en 1998, de 1,2; y en 2006, de 1,4.
Las tasas más elevadas de natalidad se encuentran en
las provincias meridionales de Andalucía, Murcia y Canarias. Entre los factores
que lo explican están la tradición natalista, el mayor porcentaje de edades
jóvenes y la inmigración. Madrid y las provincias mediterráneas se han visto
afectadas por la inmigración.
Las tasas más bajas se dan en la mitad norte y s.t.
en el ángulo noroeste. En este caso tienen una menor tradición natalista, un menor
porcentaje de edades jóvenes, una menor presencia de la inmigración y un mayor
nivel de estudios.
Mortalidad
A lo largo del XX ha seguido descendiendo por las
mejoras higiénicas y sanitarias, s.t. desde los años 60. La epidemia de gripe
de 1918 y s.t. la guerra civil (1936-39) fueron coyunturas negativas. En los
años 60 la tasa llegó al 10%o, estando en la actualidad en torno al 8%o, una de las más bajas del mundo. El descenso de la mortalidad infantil ha
ido paralelo, cuya tasa actual (3,4%o), es también una de las más bajas del
mundo.
Las comunidades con las tasas más altas son las de
la mitad norte y Extremadura, coincidiendo con las de mayor grado de
envejecimiento y menor de natalidad. Por el contrario, las comunidades con tasas
más bajas son las meridionales y Madrid, relacionadas en este caso con el menor
envejecimiento y una natalidad más alta.
Nupcialidad
El
estado civil de las personas tiene una variedad de formas: soltería,
matrimonio, viudez, divorcio, separación, unión de hecho… La nupcialidad está
relacionada con los matrimonios y es una variable que actualmente ha cambiado,
teniendo en cuenta la idea de relación
de las parejas y los modelos de familia. En las últimas décadas la nupcialidad
ha ido descendiendo. En cuanto a la maternidad, la edad media del primer hijo o hija ha tendido a elevarse con los años,
estando hoy próxima a los 32 años.
Crecimiento natural
Las provincias con población más joven son las que tienen
mayor crecimiento natural: Madrid, Andalucía (s.t. en las provincias costeras),
arco mediterráneo (s.t. Murcia) y Canarias. Las más envejecidas tienen un
crecimiento natural negativo y se sitúan en el noroeste (Galicia, Asturias y
Castilla y León).
Esperanza de vida
Ha ido aumentando progresivamente a lo largo del XX:
40 años, en 1900; 69, en 1960; y 82, en la actualidad, entre las más altas del
mundo. Ha resultado decisivo el descenso de la mortalidad y s.t. la infantil.
Junto a las medidas higiénicas y sanitarias, la dieta alimenticia mediterránea también
ha contribuido.
Por sexos es mayor en las mujeres (85 años) que en
los varones (79), relacionado con varios factores: las mujeres disponen de un
organismo más protegido en algunas enfermedades durante la edad fértil, a la
vez que sus hábitos de vida son menos agresivos; los varones se ven más
afectados por una mayor mortalidad infantil, unos hábitos de vida más agresivos
en la edad adulta y en algunos ámbitos por una mayor mortalidad por razones
laborales.
Las diferencias entre provincias y comunidades son
escasas. Por encima de la media se encuentran Madrid, las dos Castillas,
Aragón, Cataluña y Baleares. Los niveles más bajos se dan en los varones de Ceuta,
Melilla, Asturias y Andalucía, y los más altos, en las mujeres de Madrid,
Navarra, Castilla y León y País Vasco.
2. Los movimientos migratorios
España ha
sido un territorio de una larga tradición migratoria desde que se inició en el
siglo XVI la conquista y colonización de América.
De finales del XIX a mediados del XX
Durante el
XIX se paralizó el proceso migratorio exterior (pérdida de la mayor parte del
imperio colonial). A mediados se inició un éxodo rural interior con destino a
las zonas industriales (Cataluña, País Vasco…) y capitales de provincia. A
principios del XX continuó el éxodo rural interior, a la vez que se inició un
nuevo impulso hacia el exterior: al norte de África, desde el Levante; a
América (Argentina, Uruguay, Cuba…), desde Galicia, Castilla y León y Andalucía;
e incluso hacia Francia.
De finales de los 50 a mediados de los 70
En los años
50 se inició un ciclo de fuerte crecimiento económico internacional. En España se
inició a finales de la década, suponiendo el tránsito rápido hacia una sociedad
urbana e industrial y ocasionando un intenso flujo migratorio, s.t. desde el
medio rural y dirigido tanto a otras áreas del interior como al exterior. Aunque
los datos que se tienen resultan incompletos, fueron varios millones las personas que emigraron, de las cuales al
menos dos lo hicieron hacia el exterior.
Las
provincias más afectadas por la emigración fueron las que tenían mayor
presencia del sector agrario (Andalucía, Extremadura, las dos Castillas,
Aragón, Galicia…), que tendieron en algunos casos a despoblarse (las dos
Castillas, Aragón). Se trataba de mano de obra barata que acabó trabajando en
empleos poco cualificados de la industria, la construcción o los servicios.
En el
interior se dirigieron a las zonas industriales (Cataluña, Madrid, País Vasco,
Navarra…), las turísticas (s.t. costa mediterránea y archipiélagos) y las
capitales. El crecimiento urbano resultó espectacular, dando lugar a barrios
con graves carencias urbanísticas y en ocasiones a zonas muy degradadas
(chabolismo).
En la
emigración exterior se produjo un cambio
en el destino, perdiendo importancia América y ganándola considerablemente
Europa Occidental, s.t. Alemania, Francia y Suiza.
Andalucía
conoció un fuerte flujo migratorio tanto externo como interno. Hacia fuera se
dirigió preferentemente a Cataluña y los países europeos, afectando a unos dos
millones de personas. Dentro de Andalucía se produjo un desplazamiento hacia
las áreas industriales (Bahía de Cádiz, Bahía de Algeciras, Sevilla, Huelva…),
las costeras (Costa del Sol) y las capitales de provincia.
De mediados de los setenta hasta los noventa
La crisis de
1973 frenó el flujo migratorio y provocó incluso el regreso paulatino de
emigrantes a sus lugares de origen. Esto último afectó más a la emigración
exterior.
En los 80 se
inició una nueva tendencia migratoria interna, con destino a las áreas urbanas
y en mayor medida las costeras, y de carácter interclasista. Ha dado lugar a la
creación de grandes áreas metropolitanas que abarcan capitales de provincia y
los municipios circundantes. En este caso la mano obra está ocupada s.t. en los
servicios y la construcción, perdiendo importancia la industria.
Los últimos años
Entre mediados
de los 90 y mediados del XXI España se ha convertido en un país con predominio
la inmigración. El resultado ha sido un importante crecimiento de la población,
que ha superado la barrera de los 40 millones y alcanzando ya los 47. Las
provincias más afectadas son las costeras mediterráneas y Madrid.
La procedencia
es variada, pudiendo distinguirse dos ámbitos. Uno es el de los países de menor
nivel de desarrollo económico, como los latinoamericanos (40%), norteafricanos
(17%) o europeos del este (17%). Se trata de población joven, en busca de un
empleo para mejorar sus condiciones de vida y ocupada en actividades poco
cualificadas de los servicios, la construcción y la agricultura. Por sus
características ha aportado el aumento habido en la natalidad.
Distinto es
el caso de la población procedente de
los países europeos occidentales (24%). Se trata de gente de edades más altas,
con mayor cualificación profesional y presencia importante de jubilada.
No podemos olvidar tampoco la
población española emigrante, que, a diferencia de otras épocas, la forman
personas con una mayor formación profesional y que trabajan en las empresas españolas
en el exterior, en la administración comunitaria, etc. Los principales destinos
son América Latina, Europa y América del Norte. Con la crisis está aumentando
este fenómeno.
3. Estructura y composición de la población
Según el sexo
Como en otras poblaciones, en España hay más
nacimientos de niños que de niñas, a la vez que la mortalidad infantil afecta
más a los niños. Hasta las edades adultas hay un equilibro entre los dos sexos
y desde los 50 años empieza a haber claramente más mujeres. De esto se deriva que tengan una mayor
esperanza de vida y que el índice de masculinidad (sex ratio) sea menor en los varones (96%).
Según la edad
El grupo de población joven (hasta 15 años) ha
conocido un fuerte descenso en las últimas décadas, pasando del 35% en 1900 al
14% de la actualidad. El grupo adulto (16 a 64 años), por su parte, ha ido subiendo,
representando en la actualidad el 69%. El grupo de población vieja (65 y más
años) ha aumentado considerablemente, pasando del 5% en 1900 al 17% de la actualidad.
Según la actividad
económica
La población activa incluye a las personas que están
en disposición de trabajar. Potencialmente está entre las personas comprendidas
entre 16 (edad legal de trabajar) y 65 años (edad de jubilación). La tasa de
población activa se refiere a la relación entre población activa y población
total, siendo en la actualidad de un 55%.
Su composición por sectores ha evolucionado en el
XX: a principios el sector primario era mayoritario (50%); en los 60 se redujo
considerablemente, a la vez que aumentaron el secundario (30%) y el terciario
(50%); en la actualidad su reparto es: primario, 5%; secundario, 28%;
terciario, 67%.
La tasa de actividad relaciona la población activa y
la que está en edad legal de trabajar. Hay escasas variaciones territoriales,
lo que no ocurre entre los sexos. En los varones la tasa se encuentra en torno
al 70%, dentro de la media europea. En las mujeres, sobre el 50%, siendo una de
las más bajas y similar a los países mediterráneos. En las mujeres jóvenes es
más alta, descendiendo según se avanza en edad.
Según el nivel
sociocultural
La escolarización entre 3 y 16 años es total. Entre
los 16 y los 30 años las mujeres tienen mayores niveles de escolarización y de
éxito escolar, mientras que los varones tienen niveles de escolarización más
bajas, y mayores de abandono y fracaso escolar.
El nivel de estudios varía por edades: según se
aumenta, va bajando; y en general está por debajo de los parámetros europeos. El
analfabetismo se da entre la gente de más edad. Aunque es muy bajo, es mayor en
las provincias del sur.
4. Los problemas demográficos
El
tratamiento y valoración de este aspecto resulta controvertido, porque tiene un
enorme componente ideológico.
Envejecimiento de la población. Suele ser el primero de los problemas
en destacarse y supone, de entrada, un aumento de los gastos sanitarios, en
jubilaciones y pensiones, y en ayudas a la dependencia. Actualmente de están
introduciendo medidas de corte neoliberal, como el recorte del gasto público,
el copago sanitario y farmacéutico, la prolongación de la edad de jubilación o
el aumento del periodos de cotización a la seguridad social. No se han
explorado, sin embargo, otras medidas como el combate del fraude fiscal o una
mayor progresividad. No debemos perder tampoco la perspectiva de que el
envejecimiento en sí es un síntoma de bienestar social y no problema.
Natalidad. Resulta evidente el progresivo descenso de la
tasa sintética de fecundidad y el retraso en la edad de tener el primer hijo o
hija, estando por debajo de la tasa de reemplazo generacional (2,1). Tiene que ver con factores, como una mejora en la crianza e hijos e hijas, una mayor dedicación en la formación y
carrera profesional de las mujeres, la planificación familiar… En los
años anteriores el déficit de natalidad se ha visto compensado con el pequeño repunte entre la población
inmigrante.
Migraciones. Han tenido siempre un componente ambivalente: de
un lado alivian el paro en las zonas de origen y posibilitan mano de obra en
las receptoras; de otro dan lugar a la despoblación en las primeras y suelen
provocar sobrepoblación y degradación urbana y de servicios en las segundas.
Con el actual aumento del paro se ha visto más perjudicada la inmigración
exterior, que incluso tiende a regresar a su país de origen. Junto a ello ha
aumentado la emigración exterior, que afecta a estratos más jóvenes y de
cualificación medio-alta y alta, con
frecuencia con destino a trabajos por debajo de su cualificación.
Población activa. España se encuentra en general en los parámetros
de los países europeos entre los varones, no así en las mujeres, que están por
debajo, s.t. entre las de edades adultas. En los últimos años ha aumentado la
población desocupada, que afecta más a las edades más jóvenes (+50% de
desempleo), las mujeres y los sectores con menor capacitación socioprofesional.
Está aumentando, además, la mano de obra más cualificada que está empleada en
actividades por debajo de su nivel.