domingo, 22 de septiembre de 2013

1. El relieve español

1. Rasgos generales del relieve peninsular e insular

La altitud media es elevada, de 660 m., siendo la segunda de Europa.

La Meseta Central es un bloque central elevado, que actúa como una plataforma de ensamblaje, ocupa una superficie amplia (40%) y tiene una altitud media de 600 m.

Existe una disposición periférica del relieve, aislando las zonas interiores excepto por el SO, con la depresión del Guadalquivir.

Tiene un carácter compacto y macizo, con abundancia de sistemas montañosos, y predominio de costas acantiladas y rectilíneas.

Predomina la orientación O-E de los sistemas montañosos.

Existe una red de corredores naturales que facilitan las comunicaciones.


2. Evolución geológica y formación del relieve

Finales era Primaria (Paleozoico)

Coincide con los movimientos hercinianos. En torno al mar Tetis se encontraban tierras emergidas donde se situaban diversos macizos: Hespérico, al oeste; Ebro y Catalano-Balear, al este; Bético-Rifeño, al sur, en el continente de Godwana; más alejado, hacia el norte, el de Aquitania. Entre los macizos Hespérico y Bético-Rifeño había un ancho brazo de mar, conocido como fosa Bética; y entre los del Ebro y Aquitania, la fosa Pirenaica.

Era Secundaria (Mesozoico) y principios de la Terciaria

Fue un periodo de calma geológica. En las zonas interiores se produjo la erosión de las zonas altas, suavizando las cumbres de los macizos y conformando en algunas zonas penillanuras. En las zonas costeras se sucedieron transgresiones y regresiones del mar, depositándose en los fondos restos de animales marinos.

Era Terciaria

A mediados de esta era se produjeron los movimientos alpinos, que configuraron en lo principal la actual fisonomía de la superficie terrestre y, dentro de ella, de la Península. Generaron una intensa actividad geológica tanto en las zonas emergidas como en las sumergidas.

Los efectos fueron diferentes según los materiales sobre los que actuaron. Los más antiguos (granito, pizarra, cuarcita), de la primaria, tendieron a romperse por su dureza, dando lugar a fallas. Ocurrió, por ejemplo, en el macizo Galaico o en el Sistema Central, en que se configuró la tectónica germánica, donde se alternan bloques elevados (horts) y bloques hundidos (graben). Los materiales de la era secundaria (calizas), más blandos y de mayor plasticidad, se plegaron y con frecuencia emergieron a la superficie desde los fondos marinos. Las formas tectónicas a los que han dado lugar son variadas: jurásica, de pliegues regulares, en los Montes Vascos; alpina, en la Penibética y los Pirineos, con cabalgamientos y, en la primera, también con mantos de corrimiento.

El resultante  se puede sintetizar de la siguiente manera:

   *elevación de las zonas cubiertas por mar en la parte norte, formándose el este de la Cordillera Cantábrica, los Prepirineos, el sur de la Cordillera Costero-Catalana, los Montes Vascos o la mayor parte del Sistema Ibérico;

   *hundimiento del macizo Ebro, dando lugar a la depresión del Ebro;
   *elevación de la parte central del macizo Hespérico, formándose el Sistema Central:
   *formación al norte y al sur del Sistema Central de dos grandes cubetas sedimentarias, cuya colmatación posterior dio lugar a la Submeseta Norte y la Submeseta Sur;
   *formación del estrecho de Gibraltar, que acabó separando del continente Godwana al Macizo Bético, que a su vez dio lugar al Sistema Penibético;
   *elevación del corredor Bético, dando lugar al Sistema Subbético;
   *formación de las islas Baleares;
   *intensa actividad volcánica en la dorsal oceánica, que originó el archipiélago de las Canarias.

Finales de la era Terciaria y era Cuaternaria.

En general fue un periodo de calma geológica, aunque en algunas zonas muy localizadas se manifestó el fenómeno del vulcanismo. Los principales resultantes fueron:

   *formación de la depresión Guadalquivir, consecuencia de la progresiva colmatación del golfo marino situado entre Sierra Morena y los Sistemas Béticos;
   *fin de la colmatación de las grandes cuencas sedimentarias centrales, dando lugar a la Meseta, y de la depresión del Ebro;
   *formación de las pequeñas llanuras litorales, abundantes en el Mediterráneo;
   *formación de la sierra de Gata, efecto del vulcanismo.


3. Variedad litológica



Dependiendo del origen de los materiales de la superficie se van a conformar distintos tipos de suelo, cuya composición permite aprovechamientos variados y diferentes.

Iberia silícea

Tiene sus orígenes en la era Primaria. Está situada sobre todo en el oeste peninsular, aunque también en el eje axial de los Pirineos, el norte de la Costero-Catalana, el norte del Sistema Ibérico, buena parte del Sistema Penibético, etc. Los materiales más abundantes son el granito, la pizarra y la cuarcita. Los suelos que dan lugar son ácidos (pH inferior a 7), que son poco propicios para la agricultura, pero que permiten el aprovechamiento ganadero y forestal.  

Iberia caliza o calcárea

Sus orígenes están en la era Secundaria, formada por sedimentos marinos. Se sitúa sobre todo en el este peninsular. Los suelos resultantes son básicos (pH superior a 7, poco ácidos), siendo su aprovechamiento variado (agrícola, ganadero y forestal), aunque se utilizan con preferencia los cultivos del olivo y la vid.

Iberia arcillosa

Formada a finales de la Terciaria y durante la Cuaternaria. Ocupa las grandes cuencas sedimentarias y las pequeñas hoyas litorales. Los materiales más característicos son arcillas, margas, limos, etc., que han dado lugar a suelos neutros (pH 7), óptimos para la agricultura y donde se concentran las principales zonas cerealísticas.

Zonas volcánicas

Ocupan espacios muy reducidas. Se localizan en la comarca de Olot (Girona), Campo de Calatrava (Ciudad Real), Sierra de Gata (Almería) y en mayor medida en las islas Canarias.


4. Las costas españolas

España dispone de unos 3.500 km. de costa, repartidos entre la península, la mayoría, y los dos archipiélagos. El resultante es una variedad de formas y paisajes, predominando las altas y abruptas como consecuencia de la disposición periférica del relieve montañoso. Es lo que ocurre en el norte, noroeste, el sector mediterráneo andaluz, algunos tramos del Levante y  Cataluña, y los dos archipiélagos. El resto se caracteriza por sus costas bajas y arenosas. 

Costa cantábrica

Se extiende paralela a la cordillera del mismo nombre entre las desembocaduras de los ríos Eo (Ribadeo, Lugo) y Bidasoa (Irún, Guipúzcoa), donde hace frontera con Francia. La parte oriental está ubicada dentro del golfo de Vizcaya y hacia el oeste se encuentran los cabos Machichaco, Ajo y Peñas. La proximidad de la montaña la hace abrupta, estando surcada en su mayor parte por acantilados en cuyo escalón inferior se han formado rasas. Se trata de una costa rectilínea, con escasas playas y algunas pequeñas rías (Bilbao).

Costa atlántica gallega

Ocupa el ángulo NO peninsular, desde Ribadeo hasta la desembocadura del río Miño (Tuy, Pontevedra), donde hace frontera con Portugal. Está  fuertemente condicionada por el Macizo Galaico, que le da un carácter abrupto, con acantilados y numerosas y profundas rías. Éstas suelen dividirse entre las más escarpadas Rías Altas, en Lugo (Vivero) y el norte de La Coruña (Ferrol); y las Rías Bajas, de relieve más suave, que ocupan el oeste de La Coruña y Pontevedra (Arosa, Pontevedra o Vigo). Entre los cabos destacan Estaca de Bares, Ortegal, Touriñán o Finisterre.

Costa atlántica andaluza

Se extiende por el ángulo SO de España desde la desembocadura del río Guadiana (Ayamonte, Huelva), donde hace frontera con Portugal, hasta la Punta de Tarifa (Cádiz), en el Estrecho de Gibraltar. Coincide con el amplio golfo de Cádiz, que conforma en el SO el tramo final de la depresión del Guadalquivir. Se trata de una costa rectilínea, baja y arenosa. Consta de playas largas y abundan diversas formas de cordones litorales, como marismas, dunas, tómbolos, albuferas, etc. En la desembocadura del Guadalquivir se encuentran las marismas más extensas de la Península. En la provincia de Cádiz se sitúan los cabos de Roche, Trafalgar o Camarinal, que dan lugar a tramos de costa acantilados.

Costa mediterránea

Es la que tiene mayor longitud, extendiéndose desde la Punta de Tarifa hasta el Cabo de Creus (Gerona). Adquiere una gran variedad de formas, dependiendo de las condiciones geomorfológicas.

Costa mediterránea andaluza

Se extiende desde la Punta de Tarifa hasta el Cabo de Gata (Almería). La proximidad de la Cordillera Penibética le da en general un carácter abrupto, si bien hay una alternancia de acantilados y playas.

Costa levantina meridional

Se extiende entre los cabos de Gata y de la Nao (Alicante). En el centro se sitúa el cabo de Palos (Murcia), que separa los golfos de Mazarrón y Alicante. Está afectada por la proximidad del sector más oriental de la Penibética y, ante todo, por la Cordillera Subbética. Aunque tiene rasgos similares al sector andaluz, sus playas son más amplias y arenosas, apareciendo diversas formas de cordones litorales, destacando la albufera del Mar Menor (Murcia), la más amplia de la Península.

Costa levantina valenciana    

Se extiende desde el Cabo de la Nao hasta el Delta del Ebro (Tarragona), conformando el Golfo de Valencia. En general se trata de una costa baja y rectilínea, con una sucesión de playas arenosas, salpicadas de cordones litorales, destacando la albufera de Valencia. En algunas zonas la cercanía de la Subbética da lugar a tramos costeros abruptos.

Costa catalana

Abarca desde el Delta del Ebro hasta el Cabo de Creus (Gerona). En el tramo final del río Ebro se ha formado el delta peninsular más extenso. La proximidad de la Cordillera Costero-Catalana da lugar en el sur a una alternancia de acantilados y playas, mientras que en el norte la costa se hace más abrupta, con predominio de acantilados y la existencia de pequeñas calas, característico de la Costa Brava, en Gerona.   

Costa canaria

El relieve montañoso de las islas ha originado el predomino de costas acantiladas, con playas escasas y pequeñas.

Costa balear

Sus rasgos son similares a la costa catalana.