1. Rasgos generales del relieve
peninsular e insular
La altitud media es elevada, de 660 m., siendo la segunda de Europa.
La Meseta Central es un bloque central elevado, que actúa como una plataforma
de ensamblaje, ocupa una superficie amplia (40%) y tiene una altitud media de 600 m.
Existe una disposición periférica del
relieve, aislando las zonas interiores excepto por el SO, con la depresión del
Guadalquivir.
Tiene un carácter compacto y macizo, con abundancia
de sistemas montañosos, y predominio de costas acantiladas y rectilíneas.
Predomina la orientación O-E de los
sistemas montañosos.
Existe una red de corredores naturales que
facilitan las comunicaciones.
2. Evolución geológica y formación
del relieve
Finales era Primaria (Paleozoico)
Coincide con los movimientos hercinianos.
En torno al mar Tetis se encontraban tierras emergidas donde
se situaban diversos macizos: Hespérico, al oeste; Ebro
y Catalano-Balear, al este; Bético-Rifeño, al sur, en el continente de
Godwana; más alejado, hacia el norte, el de Aquitania. Entre los macizos Hespérico y Bético-Rifeño había
un ancho brazo de mar, conocido como fosa Bética; y entre los del Ebro y Aquitania,
la fosa Pirenaica.
Era Secundaria (Mesozoico) y
principios de la Terciaria
Fue un periodo de calma geológica. En las
zonas interiores se produjo la erosión de las zonas altas, suavizando
las cumbres de los macizos y conformando en algunas zonas penillanuras. En las zonas costeras
se sucedieron transgresiones y regresiones del mar, depositándose en los
fondos restos de animales marinos.
Era Terciaria
A mediados de esta era se produjeron los
movimientos alpinos, que configuraron en lo principal la actual fisonomía de la
superficie terrestre y, dentro de ella, de la Península. Generaron
una intensa actividad geológica tanto en las zonas emergidas como en las
sumergidas.
Los efectos fueron diferentes según los
materiales sobre los que actuaron. Los más antiguos (granito,
pizarra, cuarcita), de la primaria, tendieron a romperse por su dureza, dando
lugar a fallas.
Ocurrió, por ejemplo, en el macizo Galaico o en el Sistema Central, en que
se configuró la tectónica
germánica, donde se alternan bloques elevados (horts) y bloques
hundidos (graben). Los materiales de la era secundaria (calizas), más
blandos y de mayor plasticidad, se plegaron y con frecuencia emergieron a
la superficie desde los fondos marinos. Las formas tectónicas a los que han dado
lugar son variadas: jurásica,
de pliegues regulares, en los Montes Vascos; alpina, en la Penibética y los Pirineos, con
cabalgamientos y, en la primera, también con mantos de corrimiento.
El resultante se puede sintetizar de
la siguiente manera:
*elevación de las zonas cubiertas por mar en la parte norte,
formándose el este de la Cordillera Cantábrica, los Prepirineos, el sur de
la Cordillera Costero-Catalana, los Montes Vascos o la mayor parte
del Sistema Ibérico;
*hundimiento del macizo Ebro,
dando lugar a la depresión del Ebro;
*elevación de la parte
central del macizo Hespérico, formándose el Sistema Central:
*formación al norte y al
sur del Sistema Central de dos grandes cubetas sedimentarias,
cuya colmatación posterior dio lugar a la Submeseta Norte y la Submeseta Sur;
*formación del
estrecho de Gibraltar, que acabó separando del continente Godwana
al Macizo Bético, que a su vez dio lugar al Sistema Penibético;
*elevación del corredor
Bético, dando lugar al Sistema Subbético;
*formación de las islas
Baleares;
*intensa actividad volcánica
en la dorsal oceánica, que originó el archipiélago de las Canarias.
Finales de la era Terciaria y era
Cuaternaria.
En general fue un periodo de calma
geológica, aunque en algunas zonas muy localizadas se manifestó el
fenómeno del vulcanismo. Los principales resultantes fueron:
*formación de la depresión
Guadalquivir, consecuencia de la progresiva colmatación del golfo marino
situado entre Sierra Morena y los Sistemas Béticos;
*fin de la colmatación de las
grandes cuencas sedimentarias centrales, dando lugar a la Meseta, y de la depresión
del Ebro;
*formación de las pequeñas
llanuras litorales, abundantes en el Mediterráneo;
*formación de la sierra de
Gata, efecto del vulcanismo.
3. Variedad litológica
Dependiendo del origen de los materiales
de la superficie se van a conformar distintos tipos de suelo, cuya composición
permite aprovechamientos variados y diferentes.
Iberia silícea
Tiene sus orígenes en la era Primaria.
Está situada sobre todo en el oeste peninsular, aunque también en el eje
axial de los Pirineos, el norte de la Costero-Catalana,
el norte del Sistema Ibérico, buena parte del Sistema Penibético, etc.
Los materiales más abundantes son el granito, la pizarra y
la cuarcita. Los suelos que dan lugar son ácidos (pH inferior a 7), que son poco propicios para la agricultura, pero que permiten el aprovechamiento ganadero y forestal.
Iberia caliza o calcárea
Sus orígenes están en la era Secundaria, formada
por sedimentos marinos. Se sitúa sobre todo en el este
peninsular. Los suelos resultantes son básicos (pH superior a 7, poco ácidos), siendo su aprovechamiento variado (agrícola, ganadero y forestal), aunque
se utilizan con preferencia los cultivos del olivo y la vid.
Iberia arcillosa
Formada a finales de la Terciaria y durante la Cuaternaria. Ocupa
las grandes cuencas sedimentarias y las pequeñas hoyas litorales. Los
materiales más característicos son arcillas, margas, limos, etc., que han
dado lugar a suelos neutros (pH 7), óptimos para la agricultura y donde se
concentran las principales zonas cerealísticas.
Zonas volcánicas
Ocupan espacios muy reducidas. Se
localizan en la comarca de Olot (Girona), Campo de Calatrava (Ciudad Real),
Sierra de Gata (Almería) y en mayor medida en las islas Canarias.
4. Las costas españolas
España dispone de unos 3.500 km. de costa,
repartidos entre la península, la mayoría, y los dos archipiélagos. El
resultante es una variedad de formas y paisajes, predominando las altas y
abruptas como consecuencia de la disposición periférica del relieve montañoso.
Es lo que ocurre en el norte, noroeste, el sector mediterráneo andaluz, algunos
tramos del Levante y Cataluña, y los dos
archipiélagos. El resto se caracteriza por sus costas bajas y arenosas.
Costa cantábrica
Se extiende paralela a la
cordillera del mismo nombre entre las desembocaduras de los ríos Eo (Ribadeo,
Lugo) y Bidasoa (Irún, Guipúzcoa), donde hace frontera con Francia. La parte
oriental está ubicada dentro del golfo de Vizcaya y hacia el oeste se
encuentran los cabos Machichaco, Ajo y Peñas. La proximidad de la montaña la hace
abrupta, estando surcada en su mayor parte por acantilados en cuyo escalón
inferior se han formado rasas. Se trata de una costa rectilínea, con escasas
playas y algunas pequeñas rías (Bilbao).
Costa atlántica gallega
Ocupa el ángulo NO
peninsular, desde Ribadeo hasta la desembocadura del río Miño (Tuy,
Pontevedra), donde hace frontera con Portugal. Está fuertemente condicionada por el Macizo Galaico,
que le da un carácter abrupto, con acantilados y numerosas y profundas rías.
Éstas suelen dividirse entre las más escarpadas Rías Altas, en Lugo (Vivero) y el
norte de La Coruña
(Ferrol); y las Rías Bajas, de relieve más suave, que ocupan el oeste de La Coruña y Pontevedra (Arosa,
Pontevedra o Vigo). Entre los cabos destacan Estaca de Bares, Ortegal, Touriñán
o Finisterre.
Costa atlántica andaluza
Se extiende por el ángulo
SO de España desde la desembocadura del río Guadiana (Ayamonte, Huelva), donde
hace frontera con Portugal, hasta la
Punta de Tarifa (Cádiz), en el Estrecho de Gibraltar.
Coincide con el amplio golfo de Cádiz, que conforma en el SO el tramo final de
la depresión del Guadalquivir. Se trata de una costa rectilínea, baja y arenosa.
Consta de playas largas y abundan diversas formas de cordones litorales, como marismas,
dunas, tómbolos, albuferas, etc. En la desembocadura del Guadalquivir se
encuentran las marismas más extensas de la Península. En la
provincia de Cádiz se sitúan los cabos de Roche, Trafalgar o Camarinal, que dan
lugar a tramos de costa acantilados.
Costa mediterránea
Es la que tiene mayor longitud,
extendiéndose desde la Punta
de Tarifa hasta el Cabo de Creus (Gerona). Adquiere una gran variedad de
formas, dependiendo de las condiciones geomorfológicas.
Costa mediterránea andaluza
Se extiende desde la Punta de Tarifa hasta el
Cabo de Gata (Almería). La proximidad de la Cordillera Penibética
le da en general un carácter abrupto, si bien hay una alternancia de
acantilados y playas.
Costa levantina meridional
Se extiende entre los
cabos de Gata y de la Nao
(Alicante). En el centro se sitúa el cabo de Palos (Murcia), que separa los
golfos de Mazarrón y Alicante. Está afectada por la proximidad del sector más
oriental de la Penibética
y, ante todo, por la Cordillera Subbética.
Aunque tiene rasgos similares al sector andaluz, sus playas son más amplias y
arenosas, apareciendo diversas formas de cordones litorales, destacando la albufera
del Mar Menor (Murcia), la más amplia de la Península.
Costa levantina valenciana
Se extiende desde el Cabo
de la Nao hasta
el Delta del Ebro (Tarragona), conformando el Golfo de Valencia. En general se
trata de una costa baja y rectilínea, con una sucesión de playas arenosas,
salpicadas de cordones litorales, destacando la albufera de Valencia. En
algunas zonas la cercanía de la
Subbética da lugar a tramos costeros abruptos.
Costa catalana
Abarca desde el Delta del
Ebro hasta el Cabo de Creus (Gerona). En el tramo final del río Ebro se ha
formado el delta peninsular más extenso. La proximidad de la Cordillera
Costero-Catalana da lugar en el sur a una alternancia de
acantilados y playas, mientras que en el norte la costa se hace más abrupta,
con predominio de acantilados y la existencia de pequeñas calas, característico
de la Costa Brava,
en Gerona.
Costa canaria
El relieve montañoso de
las islas ha originado el predomino de costas acantiladas, con playas escasas y
pequeñas.
Costa balear
Sus rasgos son similares a
la costa catalana.